29 mayo 2009

LEON JIMENES Robusto

Habitualmente los fumadores de puros elegimos la marca y vitola a fumar dependiendo del momento en el que lo vamos a hacer o de la situación que nos vamos a encontrar. En esta ocasión lo voy a hacer al revés. Hoy he tenido un día francamente cansado y pretendo disfrutar de una fumada aromática y suave en la tranquilidad de una tarde-noche primaveral de mayo, casi veraniega a juzgar por la temperatura.

Explorando mi colección de puros me encuentro, como si de un flechazo se tratara, con un cigarro que adquirí hace no mucho tiempo a otro de los grandes del mundo del puro en España: mi amigo “somosagüense” Jesús Fernández-Montes, propietario de una espectacular recién estrenada (por traslado de local) cava de puros en Pozuelo de Alarcón, Madrid. Os sugiero, a los que aún no conozcáis este estanco, que os dejéis caer por allí. Es un templo, un lujo, una escuela de la cultura del puro... y su profesor, Jesús.

El cigarro del que os hablaba antes, un Leon Jimenes robusto, me seduce por su preciosa y aterciopelada capa Connecticut de color claro, con una curiosa tonalidad dorada similar a la cálida luz del sol justo antes de su puesta. Antes de prender el cigarro se aprecia, en frío, un sutil perfume cremoso. La anilla es distinguida y señorial, muy similar a un antiguo escudo de heráldica, con la inscripción 1903, año de fundación de la fábrica La Aurora, en la que se tuercen las cigarros de la marca Leon Jimenes y de la propia marca La Aurora, la más antigua de la República Dominicana.

Los que leen este blog habitualmente ya sabrán que me apasiona degustar los puros al mismo tiempo que disfruto de espectáculos musicales en mi “home cinema”. El concierto elegido hoy, para que maride a la perfección con el carácter del puro, se celebró en las ruinas romanas de Mérida hace un par de años por el grupo Il Divo. Queridos lectores, para mí la noche promete.

Una vez metidos en disfrute, las primeras sensaciones en boca son formidablemente cremosas, con un aroma muy acentuado a vainilla que casa muy bien con un oporto que me traje cuando estuve de viaje con mi mujer en Lisboa, ya que el fino sabor del caldo no se impone a la suavidad del cigarro, sino que la respeta y la realza. La fortaleza comienza suave y culminará igual, y el tiro es fantástico, justo lo necesario para que no se desperdicie humo y no se quede uno con ganas de más.

La extraordinaria factura de este ejemplar dominicano nos deja una imagen preciosa después de inhalar una sabrosa calada, con las ruinas romanas de Mérida de fondo: volutas de humo escapándose discretamente por la cabeza del puro dibujando siluetas con formas caprichosas durante unos cuantos segundos más, al tiempo que “Hero” nos recuerda la fuerza con la que debemos afrontar la vida.

Durante todo el primer tercio se confirma la excepcional suavidad de una mezcla de tabacos añejados tres años que nos deja un pronunciado aroma y un cremoso paladar. La ceniza, de color blanco azulado, se resistía a desprenderse, por lo que tuve que obligarla a reposar en el cenicero antes de que terminase manchándome la camisa.

En el segundo tercio corroboro la excelente combustión que nos depara este robusto. Como muestra, un botón. Durante la velada me vi obligado a atender una llamada de teléfono que me mantuvo alejado del cigarro lo suficiente como para imaginarme que se habría apagado, con la sorpresa de que cuando estaba a punto de encenderlo de nuevo, lo descubrí todavía prendido. Con un poco de mimo y paciencia recobró la misma fuerza con la que lo dejé. Esto no es tan habitual. A estas alturas, ya inmersos en el tercer tercio, la canción “Isabel”, un lujo para los oídos, parece querer confirmar el magnífico equilibrio que ha tenido la fumada durante todo su recorrido.

Hemos llegado al final con una nota general de 8 puntos, y la despedida tiene como fondo la versión de Il Divo del clásico “Unchained Melody”, una música serena y dulce, similares características a las de este Leon Jimenes Robusto. Un cigarro fascinantemente equilibrado y aromático, muy cremoso y avainillado, ligeramente especiado en ciertos momentos, que nos ha regalado una fumada ciertamente agradable y cómoda, digna de ser disfrutada, como un regalo, en soledad. Sencillamente delicioso.

23 mayo 2009

EL REY DEL MUNDO Choix Supreme


Hoy he disfrutado de una tranquila mañana de paseo dominical. Es curioso, pero cuando se tienen niños pequeños, hasta este plan que hubiera sido juzgado como aburrido en otra época más joven -sic- de nuestra vida, se convierte en un momento placentero y de relax realmente valorado. Casi tanto como la entrañable comida familiar que hemos tenido la fortuna de celebrar en casa de mis padres o como la fumada que nos va a tener ocupados a Pekike y a mí durante, por lo menos, la siguiente hora y media.

El objeto de este artículo es el robusto Choix Supreme de la marca cubana El Rey del Mundo, una de las marcas más prestigiosas de habanos en su día (no tanto en el presente), caracterizada desde su creación por ser de una excepcional suavidad.

Antes de encenderlo observamos su capa colorado claro, ligeramente ocre, carente de brillo, más bien mate, y apreciamos su bouquet floral. Una vez encendido, según el ritual más purista, las primeras aspiraciones, aunque con una fortaleza muy ligera, son extraordinariamente ricas, con cierto gusto envejecido. La explicación a esto último la encontramos en que mi amigo Tomás me escogió estos dos ejemplares de una caja que estaba añejándose en su cava.

En un momento en el que la conversación parecía un partido de tenis (por aquello del “toma y da-ca”) abandonamos por un instante el tema de debate para coincidir en lo espectacularmente aromáticos que son los inicios de este 127mm. con cepo 48. Tanto Pekike como yo apreciamos matices florales y la vez dulces, sin dejar de lado un sabor delicadamente cubano, con todas sus virtudes pero más ligero de lo que suelen ser los cigarros de esta isla caribeña.


El retrogusto en nariz es portentoso, fino, muy floral y algo especiado. Ya en el segundo tercio, entre risas producidas por una anécdota que recordaba Pekike, detectamos un agradable aroma a vainilla. El tercer tercio transcurrió sin especiales connotaciones, dejando paso los aromas a sabores tabaqueros más rudos.

Le otorgamos un notabilísimo 8 por su extraordinaria finura y delicadeza aromática y floral, combinada con gustos suaves a tabaco puramente cubano.

A pesar de no encontrarse dentro las cinco marcas más prestigiosas, famosas o reconocidas de Cuba (vease Cohiba, Montecristo, Partagás, Hoyo de Monterrey y Romeo y Julieta), el cigarro de hoy no debería pasar desapercibido ante un buen fumador. Independientemente de que los gustos personales se inclinen hacia fortalezas más o menos intensas o sabores más de allí o de allá, lo justo es reconocer que este ejemplar es, por lo menos, el “rey” de los habanos suaves.