El cigarro
del que voy a hablar en esta ocasión es de reciente aterrizaje en nuestro país.
Tan reciente que fue el pasado lunes cuando llegaron, procedentes de la fábrica
Matasa, propiedad de la familia Quesada, una de las familias tabaqueras con más
solera en la industria y con reconocido prestigio internacional. Después del
éxito cosechado en EE.UU. a raíz de su presentación en el Festival del Cigarro
Dominicano Procigar del pasado mes de febrero, la importadora española de
cigarros premium Tabaqueros del Caribe brinda a los fumadores españoles la
posibilidad de disfrutar de esta línea de cigarros Q D'Etat. Además, su
desembarco ha coincidido con la presencia en España del tabaquero y patriarca
de la familia, Manuel Quesada, quien ha tenido la oportunidad de compartir
eventos y fumadas con estanqueros y consumidores de buena parte de nuestra
geografía.
Esta línea
de cigarros tiene nombres con motivos bélicos: Molotov, Howitzer y Daga. La
génesis de la idea la encontramos en el apoyo que "los jóvenes de la
Q-5" (expresión que utiliza Manuel Quesada para referirse a la quinta
generación de esta familia, formada por sus hijas Raquel y Patricia Quesada y
sus sobrinos Esther, Hostos y Terence) quisieron prestar a la asociación civil
Cigar Rights of America, surgida en EE.UU. para defender los derechos de los
fumadores mediante iniciativas ante las instituciones norteamericanas, tanto a
nivel municipal, como en los Estados y también a nivel federal. El concepto “Q
D'Etat”, que en francés se traduciría como “golpe de Estado”, viene a ser un
paralelismo con la situación que vivimos los fumadores de muchos países, donde
se han recortado nuestros derechos imponiendose prohibiciones exageradas e
injustas, donde cada vez los impuestos al tabaco son más abusivos y donde se
plantea seguir diseñando leyes que no favorecen ni el libre comercio ni el
legítimo deseo de las marcas tabaqueras a darse a conocer mediante publicidad
en los medios de comunicación e incluso ni en el mismo punto de venta. Una
doble moral, en el sentido de que lo que se denosta y prohibe, el tabaco, es
origen de cuantiosas recaudaciones fiscales por parte de los estados. Pues es
como si, cada vez que una iniciativa de este corte se aprueba, dieran en el blanco
de los fumadores.
De ahí los
tres formatos de los que consta esta serie limitada de cigarros:
- Molotov: pretende
recordar a la bomba de fabricación casera que los finlandeses lanzaron contra
los rusos en la II Guerra Mundial después de que el General Viacheslav Mólotov
comunicara por radio al pueblo de Finlandia que el ejército ruso no estaba
bombardeando, sino enviando alimentos. Sarcásticamente, el ejército finlandés
declaró que si «Mólotov ponía la comida, ellos pondrían los cócteles»,
que comenzaron a llamar "cócteles de Molotov".
- Howitzer: era
el cañón obús de 105mm. utilizado por los veteranos del ejército estadounidense
en la II Guerra Mundial. De ahí las enormes proporciones de este cigarro, de 6
x 60 pulgadas.
- Daga: es
el último cigarro lanzado al mercado de esta serie, un salomón estilizado con tres cepos también, que pretende poner a la
industria en alerta frente a las posibles próximas medidas antitabaco que se
puedan derivar del resultado de las ya cercanas elecciones presidenciales en
EE.UU., que vendrían a ser como una estocada sobre los derechos de los
fumadores.
De los tres
formatos, el elegido hoy es el primero que salió al mercado, el Molotov, cuya
forma figurada es francamente original, con una silueta que recuerda a una
botella (la del coctel) con la boca rematada en forma de mecha de la bomba. El
cigarro tiene tres cepos distintos: en el pie 44, en el bulbo de la botella 58 y en
la boca 38, los tres puntos de inflexión de una fumada que evolucionará sin duda,
pasando por tres momentos bien definidos y diferentes en sabor y sensaciones.
Tiene la tradicional anilla de Quesada con la Q espigada aprovechándola para
dibujar una hoja de tabaco con su contorno y otra banda adicional con unas
llamas de fuego y la inscripción “Molotov”.
Nada más
cortarle la “mecha”, en frío, ya deja sentir su aroma guerrero. El tiro, a
pesar de su extraño formato, es fabuloso. La ceniza gris tirando a blanca y la
combustión buena aunque quizá sea necesario practicarle algún retoque al llegar
a la parte más ancha del arma para que la capa se pueda homogeneizar en la
quemada. El sabor es muy peculiar. Levemente especiado al principio, sutilmente
picante diría yo, como sí el humo contuviera la aguja fina de un buen espumoso.
En el segundo tercio, ya cuando el cuello de la botella ha pasado y el bulbo
(el cepo más grueso) se ha abierto, crece un deje ahumado y salino al fondo de
paladar.
Al contrario
de lo que su nombre pudiera sugerir es un cigarro que da la batalla en el
sabor, en las sensaciones que trasmite, en su fuerte personalidad, pero que no
dispara excesiva fortaleza ni humea aromas desmesuradamente apabullantes.
Fortaleza media a media alta en el segundo tercio, sobre todo si pasamos el
humo por la nariz, que es donde realmente se detecta el impacto de fuerza de un
cigarro.
El último
tercio siempre me parece delicioso. Es el que más me gusta de los tres, aunque
sea el que dura menos. Porque se concentran los sabores en un cañón más pequeño,
cuando de nuevo se cierra el bulbo y se concentran más los aromas. La aguja del
principio va dejando paso a un dulzor contenido, manteniendo una base ahumada, siendo
ahora el humo más cremoso y con menos especia.
Sorprende
además que este cigarro, con impacto y gran aporte de sabor y aroma, esté
ligado con tabaco 100% dominicano: capa Habana Vuelta Arriba, capote Campo 2007
y tripa de Criollo 98 todas sembradas en República Dominicana. Y digo que
sorprende porque aún circula entre los fumadores de puros -aunque por suerte
cada vez menos- uno de esos mitos o
clichés: el de que los puros dominicanos son suaves en fortalezas y planos en
sabores. Pues he aquí un ejemplo de que, hoy en día, es… sólo un mito.
Un disfrute
de cigarro, ligado de nuevo por los Q5, la quinta generación de la familia, los
jóvenes, como le gusta decir al maestro Manuel Quesada. Es una de las muchas
cosas que me gustan y admiro de esta querida familia: el arte de crear ligas
nuevas, de ingeniar cigarros para satisfacer al fumador de puros Premium mediante
todos los sentidos implicados en la degustación de un cigarro (vista, aroma, tacto
y sabor), y su capacidad de comunicar su pasión por el mundo del puro con un
marketing directo, positivo, imaginativo y familiar.
Muchas
gracias, familia Quesada, por esta iniciativa, que pretende apoyar a aquellos
que nos defienden, aunque sea desde el otro lado del “charco”. Desde aquí hago
extensible su apoyo a las organizaciones que, de manera similar, lo intentan
hacer en nuestro país. Ojalá a partir de ahora, el Q D’Etat tabaquero esté
cumplido.