15 agosto 2009

BOLIVAR Inmensas

Mágica. Así definiría la experiencia al fumar este puro, uno de los mejores habanos e incluso diría más, uno de los mejores cigarros que existe ahora mismo en venta en nuestro país. El entorno y el momento favorecen la exaltación de la fumada: me encuentro en el Grau de Moncofar, población castellonense a cuarenta kilómetros de Valencia y que ya describí cuando me referí al Cumpay Robusto (ver cata).

Disfrutamos, alojados en el dúplex de mis suegros, a treinta metros de la playa, de unas vacaciones eminentemente familiares, con el cansancio y la locura propia de una casa llena de niños (el mío y mis sobrinos). Y la hora de la cena, en la terraza-azotea, con los niños durmiendo -excepto mi sobrino mayor, que con su edad ya remolonea para irse a la cama-, es francamente el momento más relajado del día. Y después de cenar, el deleite del fumar. Al aire libre, contemplando el cielo estrellado y el mar al fondo, sin prisas, ni agobios, ni horarios, con la única obligación de atender a nuestro cigarro y a nuestro licor. Además hoy, al ser las fiestas del pueblo durante esta semana, podemos disfrutar de la música de fondo de una orquesta de jazz, estilo musical que marida con un puro tan a la perfección como el aguardiente seleccionado para la ocasión, el legendario ron Bacardí 8 años, de aroma embriagador a distancia, color ámbar acaramelado y generosos recuerdos en boca a vainilla y canela. Es interesantísimo observar lo densa que llega a ser su lágrima, que torna totalmente borrosa la visión a través de la copa.

Hoy me acompañan en la fumada mi suegro el señor R y mi cuñado Alfredo Riera, co-autor de este blog, articulista de algunas de las catas publicadas a vuestra disposición y gran sabedor de puros.

Centrándonos en el cigarro, os diré que era de un aspecto majestuoso, con un ligero molde cuadrado. Digo “era” porque mi gran amigo Tomás Gadella, extremeño ilustre y estanquero mostoleño de pro, me había recomendado ya en varias ocasiones que lo probara y siempre me había seducido. La capa, con finas venas, era de un precioso tono colorado maduro, aceitosa y grasa y parecía que susurraba “¡fúmame!”. Al colocarlo en la boca, antes del encendido, sabe a madera con un toque salado. El bouquet nos recuerda de manera espectacular a madera vieja y en cuanto le aplicamos calor con nuestro mechero de tres llamas nos regaló un perfumado humo que presagiaba lo que iba a venir: un inicio, recién inflamado el puro, increíblemente aromático. El sabor es decidido, al mismo tiempo que elegante y suave. Desde la primera aspiración aquello tenía pinta de convertirse en una fumada de escándalo.

El primer tercio está dominado por sabores a madera fascinantemente equilibrados y nobles y, al final del mismo, aparece un claro aroma a café solo muy cargado. En el segundo tercio el aroma deja paso a la pujanza de sabores plenamente tabaqueros con notas de regaliz e incluso algo de incienso, apunta Alfredo.

La noche transcurrió salpicada de comentarios, vivencias, conversaciones y anécdotas de los tres fumadores, destacando una en particular que sacó a la palestra el señor R. La pregunta era: “¿Qué cantidad de licor -ron, brandy, coñac- se debe verter en una copa de balón?”. Curioso. El suficiente líquido para que, tumbando de lado la copa, llegue al borde de la misma pero sin que se derrame. Oído, cocina.

La ceniza, de color gris oscuro y algo deslucida, no es consistente y se deja caer pronto, como satisfecha por el sabor tan espectacular que nos está brindando. Al final del segundo tercio la fortaleza adquiere toda su plenitud y los aromas tan refinados desaparecen totalmente. En el tercio final retornan los intensos sabores cafeteros, pero más amargos ahora que antes. Tanto es así que me vino a la memoria cuando estuve en un café palestino en Belén tomando una deliciosa taza de café turco: dos tercios de la taza son posos y el resto café. Riquísimo.

El Bolívar Inmensas es una cigarro de vitola dalia francamente elegante, tanto en aspecto como en la fumada, muy aromático durante los dos primeros tercios, de fortaleza media inicialmente y alta en la conclusión, de gran equilibrio y de sabores imponentes y deliciosos. Por todo ello no se merece menos de un 10. El apellido de esta referencia -Inmensas- es el perfecto calificativo para el cigarro que lo lleva. Verdaderamente inmenso.

01 agosto 2009

DON TOMAS Robusto


Después de unas semanas sin publicar nada acerca del buen humo (no sin degustarlo) debido a unas vacaciones muy familiares rodeado de mujer, hijo, sobrinos/as, cuñados/as, suegros y demás parentescos que han hecho verdaderamente imposible el poder escribir reposadamente, prometo, en las siguientes entregas, comentaros algunos de los interesantes cigarros que he tenido la fortuna de disfrutar en estas últimas semanas vacacionales (o serán vocacionales…).

El primero de ellos, un cigarro premium “de crisis”. Con esto no quiero decir que sea de peor calidad, sino que está al alcance de muchos bolsillos gracias a su precio bastante razonable (aproximadamente 2,90€), en contraposición con otros cigarros de precios algo abultados que quizá no sean los más convenientes para algunas economías familiares en estos tiempos (como serán los puros de las próximas catas).

Os pongo en situación: es 1 de Agosto y acabo de llegar de Ribadesella (Asturias) a la casa de campo que poseen mis suegros en una población de la ribera del río Órbigo (León), y en la que, como ya describí en la cata del H.Upmann Magnum 46, se palpa la tranquilidad y el sosiego y, además, se disfruta.

Pues ahí nos tenéis, a mi suegro el señor R.-mi cuñada Lala dixit- y a un servidor sentados cómodamente en los sillones de la bendita portalina, en una noche que ya refresca y que nos obliga a templarnos con una vieja manta sobre nuestras rodillas (en la foto superior podéis ver la estampa). Disponemos hoy de un aparato DVD portátil, que, como si de un regalo Hommer se tratara (lo compramos mi mujer y yo para que los viajes veraniegos en coche se hicieran más amenos para nuestro pequeño… y para nosotros) nos reproduce a la perfección el concierto de uno de los grupos de música favoritos de ambos fumadores hoy reunidos: Il Divo.

El aspecto externo del cigarro (y no digo puro porque combina tabacos de distintas procedencias, de honduras y nicaragua) es bueno, aunque algo rústico, sensación quizá causada por la capa broadleaf que, aceitosa y algo granulada a la vez, enseña varias tonalidades cercanas al colorado oscuro. La humedad de conservación, a lo que ayuda el encelofanado individual, es perfecta, de tal manera que se puede presionar al tacto el puro sin escuchar ningún crujido y sin que la capa se rasgue en ningún punto. El aroma en frío es suave, en todo caso algo herbáceo y amaderado.
Tan pronto como se prendió el cigarro muestra su personalidad, con un inicio suave en fortaleza y a la par sabroso y cremoso como el “Passera” que escuchamos en estos momentos. La noche es francamente deliciosa, clara y transparente y nos brinda el espectáculo de observar cómo el humo volátil de nuestros cigarros asciende lentamente hacia las estrellas: las Osas con el carro, Orión, la fascinante estela de la Vía Láctea…

Respecto al tiro nada que objetar, correcto, y la combustión uniforme. La ceniza de un color blanco “roto” y muy consistente, lo que revela una excelente construcción de la tripa y torcido de la capa. Es particularmente agradable la fusión del humo con los restos que quedan en las papilas del sabroso Pedro Ximenes, oloroso que aporta dulzura y suavidad.

Al comienzo del segundo tercio, que coincide con el bello “Nella Fantasia”, música original de Enio Morricone, con su inconfundible sonido del oboe, el cigarro desprende un aroma eminentemente terroso al que se unen notas especiadas algo picantes. El último tercio transcurrió bajo las mismas variables, estancándose el desarrollo de la fumada.

La última canción del concierto, “Hero”, con su fuerza y pasión, prácticamente coincide con el final de una velada ciertamente agradable, con una fumada de carácter cremoso, de sabores tostados, amaderados, terrosos y especiados. Es una pena que en el tercer tercio se haya frenado la evolución. En general, un 7,5, por su gran relación calidad y precio. Don Tomás puede descansar tranquilo. Su nombre está bien representado.