31 julio 2009

LA AURORA Rothschild

“And now, the end is near…” cantaba Frank Sinatra. Esta es mi protesta, la última noche de esta temporada en esta hermosa villa que acoge la desembocadura, la llegada al mar Cantábrico del río que lleva su nombre, Riba-deSella. Esta noche es la despedida, la del “hasta el año que viene”, pero también la del adiós. Adiós a la belleza y a la alegría de sus costumbres, a una vida sosegada, a la sorpresa de su clima, a la caricia del viento y el arrumaco del sol, a las mañanas llenas de color, a unas tardes que embelesan y unas noches mágicas, adiós a su fragancia, a su suculenta gastronomía, a su excelso paisaje y sus pintorescos caminos, a su preciosa arquitectura, a su imponente playa y fascinante paseo marítimo, adiós su plaza y al Sagrado Corazón de brazos abiertos en lo alto de la iglesia, villa que recibe al visitante y da de lo que tiene, pueblo ilustre y gentil, noble y acogedor, balcón del Cantábrico, orquesta de las olas, puesta de sol eterna desde La Guía…

Como al despertar habremos de madrugar, me inclino a elegir hoy un cigarro breve, o por lo menos, algo más de lo que han sido los anteriores. El tamaño suficiente para escuchar la citada canción del rey del género crooner con una sonrisa nostálgica en el rostro producto del disfrute y del recuerdo antes de que se me dibuje en el semblante una gris mueca causada por la tristeza de la despedida. El cigarro es un petit robusto de La Aurora, vitola Rothschild. Esta marca es una de las más importantes, de hecho la más antigua, de la República Dominicana, fabricada en Santiago de los Caballeros, e integrante de León Jimenes (ver cata León Jimenes Robusto) uno de los grupos empresariales más importantes del país.

La tonalidad de la capa es carmelita, los aromas en frío aluden a cedro y la factura del puro es evidentemente buena, sin nada reprochable. Acompaño la despedida con un ron que no se prodiga demasiado por las tiendas españolas, un aguardiente que, aunque con puntuaciones no muy altas -incluida la de David Broome en su libro “Ron”- está presente en gran parte de las guías internacionales. La marca es Captain Morgan en la variedad de Spiced Gold (Puerto Rico, aunque la marca es jamaicana), un ron suave de color pajizo, con un aroma rotundo a vainilla. Es cierto que no es un Zacapa ni un Flor de Caña, pero por su relación calidad-precio creo que es un licor muy respetable para disfrutar solo o en las rocas.

Al darle mecha a este corto cigarro, que calificaré con un 7, siempre me siento confortado. Es breve y ligero, pero a la vez sabroso y vivaz, un valor seguro para cuando tres cuartos de hora son tu máximo tesoro. En los comienzos es alegre, floral y a la vez algo leñoso, de cuerpo suave pero con un aroma decidido y sincero. El tiro es impecable, aunque huelga decir que en una vitola así no tiene gran mérito; la combustión pareja y sin problemas y las cenizas casi tan blancas como la luna de esta noche.

Hacia la mitad del cigarro la pujanza en retrogusto se acrecienta y el sabor se torna afrutado, aunque decae ligeramente, como si se entristeciera conmigo, como si quisiera maridar con mi nostalgia. Concluye herbáceo y amaderado, con un amargor propio del día compensado por el aroma dulce a vainilla del ron del viejo bucanero (que llegó a ser Gobernador de Jamaica) endulzando mis sentidos encontrados, de morriña por irme y de orgullo por haber estado aquí.
Desde esta noche añoro la aurora del día en que vuelva a despertar en Ribadesella. Y a vivirla. Y a sentirla. Entonces prenderé otro Rothschild de La Aurora. El de la acogida. El del por fin.

28 julio 2009

VEGAFINA JOSE SEIJAS Robusto


La “astur-fumada” de esta noche (ya sabéis mi pasión por esta tierra) va a estar dedicada al Seijas, nombre por el que se conoce, en los mentideros tabaqueros madrileños, a esta nueva bella corona gorda . Es, según dicen, un cigarro de autor, de la casa VegaFina, cuya liga ha sido mimada por José Seijas, el director de la fábrica y una personalidad reconocida internacionalmente en el sector. Adquirí dos unidades sueltas, aunque os aseguro que la presentación de la caja cabinet negra adornada con la rúbrica del autor, con bisagras plateadas y los cigarros elegantemente cubiertos en una hoja de papel de arroz son un conjunto de lo más refinado.

La envoltura -del cigarro ya- es marrón oscuro tostado, francamente hermosa, lisa, bien despalillada (si fuera Connecticut es lógico que no tenga venas señaladas, pero siendo de Ecuador es de agradecer, ya que la capa es más ruda y gruesa), de acabado magistral, digna y noble. Sobre ella dos anillas, una fina con la inscripción José Seijas y otra redonda con su rúbrica y la marca VegaFina, en fondo negro con letras plateadas, una contraste de lo más distinguido. Al tacto es recio y compacto uniformemente a lo largo de todo el cuerpo. Sobre los aromas previo encendido no tengo mucho que contaros, son inconsistentes.

Recién prendido es de cuerpo suave y con un tiro algo escaso que mejoró una vez entró en calor. El sabor es vegetal, de final salado en la “sin-hueso”, con notas afrutadas y un caprichoso y agradable aroma cítrico que duró poco tiempo. Arde en calma, como la cocción a la que debe someterse una buena fabada (mañana almorzaremos en uno de esos restaurantes con los que tengo una cita anual inaplazable, en Lastres). La ceniza se sostuvo hasta poco más del primer tercio, lo cual me afianza en mi impresión de su buena factura.

El segundo tercio continúa siendo vegetal, aunque en ciertos momentos, como destellos, acuden a mí recuerdos amargos como cáscara de fruto seco, muy similar a los del robusto de La Aurora 1495 (no en vano son dos cigarros dominicanos con ligas muy escogidas). La tercera parte se caracteriza por sabores ahumados, como a turba, a carbón, que, al incrementar la fortaleza al mismo tiempo, se tornan algo ariscos.

Un 7. El Seijas es un cigarro de muy bella factura, con un muy correcto y equilibrado sabor hasta casi el final de la fumada, aunque precisamente adolezca de ser algo plano. Personalmente creo que el amargor creciente de un cigarro debería siempre ir acompañado de un progreso en los aromas y sabores para que no se torne hosco, lo que justamente sucede con este ejemplar. De no haber sido por esto, la puntuación hubiera sido superior. Todos tenemos debilidades. De todos modos, por 4€, sinceramente… es un buen cigarro. Probadlo y lo contrastamos.

25 julio 2009

RAMON ALLONES Grandes Edición España


El día de hoy es especial por diferentes motivos: ya estoy de vacaciones, he llegado con mi mujer y mi hijo a Asturias, una de las regiones más bonitas de nuestro país -para mí la preferida-, y además celebramos el día de Santiago, patrón de España y advocación bajo la que se encuentra mi nombre (Santiago, Jacobo y Jaime son distintos nombres con la misma raíz). Aunque sólo el primer motivo enumerado sería ya una buena excusa para prender un buen cigarro (pero muy bueno…), el segundo de ellos suscita en mí el deseo de brindar por ello, y el tercer motivo me invita a dar gracias a Dios por las bendiciones inmerecidas derramadas sobre mí durante un año más.

Concretamente me encuentro en Ribadesella, conocida lúdicamente por su fiesta del descenso o por sus cercanías principescas, una preciosa localidad costera del oriente asturiano, que aúna dentro de sí el “ambientillo” de un gran pueblo, la elegancia de una gran ciudad, las vistas de una gran cordillera (los Picos de Europa), una playa sensacional al estilo de la Concha donostiarra y un paseo marítimo lleno de color flanqueado durante todo su recorrido por palacetes de estilo indiano-astur dignos de ser observados y también, siendo sinceros, objeto de envidia.

Para la velada de hoy he seleccionado, de entre la colección que ha viajado conmigo, un habano adquirido hace ya algunos meses pero cuya envergadura exige al menos dos horas de tranquila fumada, tiempo del que generalmente no dispongo. Hoy es el día: hemos cenado pronto en el Gaspar -patatas a la española, quesos varios, unas gambitas plancha, chipirones, croquetitas de la casa y algo de sidrina-, y el pequeño Dani sueña ya con los angelitos. Vamos a ello.

La envoltura de este ejemplar vitola “paco” (180mm. y cepo 49) es tremendamente atractiva, con tonalidad carmelita maduro, algo rojiza, sedosa y, a mi juicio, bien curtida al sol (si no a pleno, a medio sol). El aroma previo a encender es embriagador, incluso a cierta distancia, con efluvios a bosque húmedo y a tierra mojada. El acabado externo, con doble anilla -la clásica de Ramón Allones y la propia de la edición exclusiva para España- es intachable y provoca en uno la sensación de que la fumada puede ser magnífica y distinguida.

El tiro en primera aspiración es escaso (como las reuniones de vecinos en primera convocatoria) y en segunda reaspiración tolerable. Los vestigios de la combustión, algo irregular por cierto, fueron gris oscuro con anillos casi negros y no muy estables, ya que el primer desprendimiento se produjo con apenas dos centímetros, y sin que yo hiciera nada por provocarlo.
La suavidad, a pesar de ser un Ramón Allones, caracteriza este primer tercio y en el paladar surgen recuerdos a tierra húmeda y madera mojada, con matices dulces. Cerré los ojos por unos instantes intentando concretar estos sabores en algo determinado, y sin haberlo lograrlo, al abrirlos, me doy cuenta de que lo que busco lo tengo delante, en el monte: una vieja casa de madera rodeada de vegetación. A eso sabe el puro, al ambiente que respiramos cuando un día lluvioso entramos en una casa de campo, de esas cuyas paredes están invadidas de musgo y sus suelos de madera vieja chirrían como protesta al paso del tiempo.

El segundo tercio, aun con continuas reminiscencias terrosas húmedas, nos deja apreciar un penetrante aroma a café negro imponentemente aromático y cierto amargor al fondo del paladar tras exhalar el humo. El tiro mejoró de forma inesperada y por consiguiente también el disfrute de la fumada. El tercer tercio es mágico en cuanto al aroma, fino y persistente a café amargo, si bien se cuela ahora un gusto afrutado, parecido a naranja amarga, y algo especiado.

Ha sido una velada (además de verdad, ya que son las dos de la madrugada) realmente grata. Le otorgo una puntuación global de 8, aunque si dejamos reposar estos puros unos cuantos años -el precio cercano a los 11€ lo justificaría- estoy seguro de que podrían llegar a alcanzar el sobresaliente. Este habano promete grandeza, es aromático, elegante y distinguido, con una fortaleza suave que culmina en media, con sabores a tierra, madera y vegetación húmedas y con un decidido gusto a café amargo.

¡Asturias, patria querida, que guapa yé! Y tu, Santiago, patrón de España, ¡que grande eres! Como puedes llegar a ser tú también, Ramón Allones Grandes.

24 julio 2009

CONDAL Maestro Tabaquero Robusto


Cuando las cosas a tu alrededor comienzan a desmoronarse, el instinto humano hace que te intentes agarrar a lo básico, a lo conocido, a la rutina. En esos momentos ves con otros ojos lo que generalmente pasa desapercibo en el día a día: una llamada de teléfono de un familiar o un amigo, una frase cariñosa de tu pareja, una sonrisa de tu hijo o, simplemente, la cálida caricia del Sol en primavera o el refrescante sabor de una caña bien tirada en verano. Eso es lo que te da energía cuando la vida parece que se ensaña contigo.

A otra escala, este es el razonamiento que apliqué después de mis dos últimas desilusionantes catas. Busqué un cigarro que fumo habitualmente, y que me ha complacido cada vez que lo he hecho, y del que tenía pendiente hacer una cata. Este robusto de la casa Condal, tristemente en desaparición, es realmente el producto de un Maestro.
Hecho con una selección del mejor tabaco canario, es sin duda el mejor cigarro español que he tenido ocasión de probar. Quizá lo que más destaque es su dulzor, que acompaña la fumada desde el principio hasta el final del cigarro. Tiene también ciertos matices florales y un aroma a carbón que, en mi opinión, le hace maridar extraordinariamente bien con whiskey. Entre estos, el Jameson es uno de mis favoritos, aunque el mejor con el que he tenido el placer de combinar este Condal Maestro Tabaquero es el Johnnie Walker Green Label. Fue en Panticosa, en el hotel Continental, después de una agotadora jornada de inmersión en inglés. Qué lastima que vaya a echar el cierre. Tanto el hotel como el Spa son estupendos, y además están en un entorno inmejorable, un recondito valle pirenaico flanqueado de escarpados picos. La sensación de bañarse en una piscina termal exterior a 35º mientras disfrutas del paisaje nevado, es maravillosa.

Ensimismado en estos recuerdo, casi me quemo los dedos apurando al máximo mi cigarro. Con los pies helados (las noches leonesas, ya saben), regreso al mi cuarto francamente reconfortado. No es el mejor puro del mundo, cierto es, pero es uno de los que yo más disfruto. De los suaves, mi favorito para fumar despues de cenar. Bravo, maestro.

22 julio 2009

PADRON Nº 9 Serie 1926 Num. 142933


Al día siguiente, al comentarle a Jaime mi fracaso con el Serie D Nº4, me replicó: "Fúmate esta noche el Padrón para desquitarte". Efectivamente me había traído a León un Serie 1926 Nº9 que guardaba desde hacía tiempo para una ocasión especial. Como ustedes se pueden suponer, tenía grandes espectativas puestas en este cigarro. Ya no solo su precio en España (creo que ronda los 25€), sino también por las calificaciones que obtiene en Cigar Aficionado, donde no es raro verle con un 95/100. Claro que los estándares en los que se basa esta publicación son los americanos, que gustan de cigarros mas bien suaves.

La verdad es que la pinta es extraordinaria. De color maduro, su capa es imponente, y sus elegantes anillas realzan su aspecto majestuoso. La manufactura de esta marca es impecable. El bouquet es complejo y aromático. Todo prometía una fumada excepcional. Al encenderlo, con la primera bocanada me di cuenta de dos cosas: que tenía un tiro magnifico y que, sinceramente, no iba a ser el mejor pero que me había fumado. Como tantas veces en la vida, la realidad no superaba las expectativas creadas. No me entiendan mal. El cigarro es excelente, complejo y equlibrado, y la fumada fue muy agradable. Pero yo me esperaba más.

El primer y el segundo tercio fueron bastante suaves, con notas florales y dulces, y algún punto picante, predominando el sabor añejo a madera. El tercero fue bastante mas intenso, con aromas a cuero y madera. La combustión, perfecta, aguantándome la ceniza hasta casi las anillas. Esto, por cierto, le llevo a mi padre a comentar cierta película antigua de un abogado que fumaba puros durante los juicios, y que mantenía la ceniza en el cigarro hasta limites insospechados. Distraía así al jurado durante la exposición del fiscal, más atentos a ver cuando caía la ceniza que a la argumentación del ministerio publico. El maridaje fue con ron Selecto, "uno de los mejores rones comerciales Venezolanos", según mi compañero Jorge Cebrián, oriundo de Caracas.

En resumen un gran cigarro, pero no el mejor. Aunque puede que una no óptima conservación (quizá estaba un pelín seco) afectara a sus propiedades, sigo prefiriendo el sabor del tabaco cubano. Algún día les contaré los magníficos Esplendidos que me fumé en la boda de mis amigos Mireia y Enrique en Poio. Sensacionales, al igual que los cigarros con que nos obsequiaron.

21 julio 2009

PARTAGAS Serie D Nº 4


La verdad, guardaba un fantástico recuerdo de este cigarro. Recuerdo que la anterior vez que lo encendí me encontraba en Stade, una pequeña localidad del norte de Alemania, cerca de Hamburgo. Tuve la suerte de que me hicieron un upgrade en el hotel a una suite de la ultima planta, por lo que cerré la puerta del dormitorio (no me gusta dormir en una habitación llena de humo), abrí un poco la ventana para que entrara el gelido aire invernal y disfruté de uno de los mejores cigarros que he fumado. Lo recuerdo con mucho caracter, intenso aunque no por ello carente de una gran variedad de aromas.

Por todo esto, mi decepción en esta ocasion fue enorme. Me pasé toda la fumada aspirando compulsivamente para obtener apenas un hilillo de humo en cada chupada. En algunas ocasiones esto me valió el premio de unos minutos de buena fumada, pero no esta vez. De principio a fin se consumieron mis esperanzas sin poder siquiera paladear el extraordinario sabor que sabía que este cigarro contiene. Frustrado y vencido, me retiré a descansar con los pies helados (las noches leonesas son frescas incluso en Julio) y con ganas de revancha. "Mañana probaré un gran puro para desquitarme", pense.

10 julio 2009

H. UPMANN Magnum 46

Son las diez de la noche de un día típico de un incipiente verano leonés, es decir, un calor soportable durante el día con un buen apretón en mitad del mismo, una tarde templadita con una suave brisa muy recomendable y una noche que empieza a ser refrescadita, siendo necesaria una fina prenda de abrigo de aquí a unas cuantas caladas. Para que os pongáis en situación, nos encontramos en una población de la comarca del río Órbigo, a treinta kilómetros de León, disfrutando de un fin de semana campero -o campestre-, ya que la casa en la que nos hospedamos, levantada al lado del antiguo molino del pueblo, es lo que estrictamente podríamos llamar una “casa de campo”. El lugar trae unos recuerdos imborrables a mi familia “política“: allí vivió mi suegra desde pequeña y allí pasaron gran parte de sus veranos infantiles mi mujer y sus hermanos (hoy mis cuñados). Con servicios básicos y a veces cierta precariedad, lo cierto es que pasar unos días aquí puede llegar a ser una terapia estupenda contra el estrés acumulado durante todo el curso. Sentado cómodamente en la “portalina”, leyendo un libro, escuchando música o simplemente contemplando el paisaje, que no es otro que árboles, campo, el río y de vez en cuando un tractor de siega, alguna que otra furgoneta destartalada de algún hortelano de la zona o, a eso de las ocho de la tarde, Pololo con su bicicleta cargado de lechugas, te da la sensación de que la tranquilidad existe y se puede disfrutar. Pues en este ambiente, después del zafarrancho de baños y bibes de los niños (el mío y otros dos sobrinos) y después de habernos saciado con unas buenas viandas de la zona (pan de pueblo, queso, jamón, tomates y cecina), mi suegro Pepe, mi cuñado Alfredo y el que esto escribe nos aposentamos en la portalina (previa instalación de la necesaria lámpara antimosquitos), nos servimos unas sabrosas copas del venezolano ron Selecto, obsequio de mi amigo Daniel, y comenzamos a disfrutar de la fumada.

Esta noche nos vamos a obsequiar con un clásico, uno de los habanos que adquiere mejores puntuaciones en los foros y catas internacionales: una corona gorda Magnum 46 de H. Upmann.
Visualmente el cigarro es impecable: una construcción perfecta y sin mácula de ningún tipo, sin zonas huecas, sin nudos, con venas muy finas y elegantes, una capa fina y suave de color colorado no muy oscura. Antes de encender, mientras olfateábamos el aroma en frío, Alfredo comenta, sin más rodeos, que… “huele a Cuba”.

Encendió bien, proporcionándonos un tiro espléndido de principio a fin. Los sabores en el primer tercio son francamente sutiles y elegantes, con claros gustos a madera de cedro, y relativamente aromáticos. En el segundo tercio, cuando ya las mujeres (mi suegra, mi cuñada y mi esposa) decidieron retirarse, recordamos que este cigarro ya lo degustamos hace unos años en Moncofar y notábamos algunas diferencias entre este ejemplar y aquel: probablemente el cigarro de hoy posee un carácter más suave condicionado por el tiempo que ha permanecido envejecido en la cava, por lo menos unos tres años. Cabe destacar el formidable retrogusto al fondo de nariz que confirma el añejado del cigarro.

Al final del segundo tercio se hace evidente un notable sabor a cuero bien curtido, al tiempo que Alfredo detecta también rastros de chocolate amargo. En estos momentos la sutil fortaleza del cigarro que evolucionó hacia medio cuerpo es acompañada por interesantes anécdotas de mi suegro, entre las que se cuelan persistentes cantos de grillos provenientes del campo cercano. Llegando al tercio final nos nace en la lengua un cierto picor especiado común en sendos cigarros. La combustión no planteó problemas, excepto una lamentable apagada en este último tercio que restó delicadeza al gran final complejo y con ricos matices amaderados que prometía.
La valoración global de este cigarro fumado hoy es de un 8,5, si bien es cierto que el mismo ejemplar fumado hace tres años, que tanto Alfredo como yo recordábamos antes, lo hubiéramos calificado sin dudar con un 10, y realmente no sabemos porqué.

Intentando hacer un símil, yo asemejaría este puro a un tinto de Rioja reserva, con característicos sabores curados, sabores a cuero bueno, a madera bien ensamblada, como mucho algo especiado, pero nada más. Este es uno de esos grandes cigarros cubanos “indetrónablês” del que no se pueden escribir más florituras. Sabe a buen tabaco cubano añejo, y punto. Todo un clásico.