15 agosto 2011

CASA MAGNA Gran Lancero

A primeros del pasado mes de junio, coincidiendo con el final de un breve periplo profesional que me llevó por tierras asturianas, tuve la oportunidad de disfrutar de una apacible tarde-noche en el querido pueblo asturiano de Ribadesella. Alojado en un conocido hotel ubicado en el mismo paseo marítimo de la playa de Santa Marina, después de acomodar la maleta y asearme un poco, inicié un paseo de aproximadamente tres kilómetros (entre ida y vuelta), no sin antes elegir un cigarro muy especial, para una ocasión también muy especial. Y es que un paseo tranquilo por esta querida población es una de las cosas que más me pueden gustar en la vida.

La elección recayó en el Casa Magna Lancero Largo, una de las vitolas que componen la Caja del Emperador, edición especial lanzada, hace casi un año, por la marca propiedad del tabaquero Manuel Quesada y fabricada en Nicaragua (con tabaco de Estelí, Jalapa y Condegas) por Néstor Plasencia. Tremendo cigarro, de formato algo demodé, pero muy apreciado por los fumadores más experimentados. Solamente sacarlo de su funda protectora, el llamado celofán (que es vegetal, no plástico), te hace sentir un caballero de la edad media desenvainando una espada, ya que se trata de un lancero bastante más largo de lo normal, que desprende un bouquet espectacular e intenso a madera vieja. Terminado en rabo de cochino, con una capa tan aceitosa que yo la consideraría hasta grasienta. Sólo un par de roleros de la fábrica están dedicados a torcer este formato. Pues enhorabuena a los dos. Por cierto, formato elaborado para el consumo privado de ambos tabaqueros antes de que saliera al mercado.

Una vez guillotinada la cabeza de la lanza podemos percibir un aroma riquísimo al aspirar en frío: café, moka… El sabor, ya prendido el cigarro es el representativo de la marca, pero muy perfumado y fresco. Y antes de seguir… ¡una bendición especial por el espectacular tiro del cigarro!, algo no muy normal en este tipo de vitolas tan largas y delgadas. El Lancero comienza suave, como el paseo que comienzo, acompañado con la música y voces del dueto Cidia y Dan, una pareja de brasileños que versionan grandes éxitos de pop internacional y cantan también sus propias canciones románticas. El tiro sigue siendo perfecto, la ceniza gris más bien blanquecina y una fortaleza media que finalizará en media-alta.

El primer tercio nos regala sabrosas bocanadas, con recuerdos de fruta madura e incluso caramelo, con una personalidad tan relevante como las olas que comienzan a encresparse mar adentro pero luego caen sin virulencia poco antes de llegar a la arena. A la altura del Puente del Sella, que nos permiten cruza la ría, afloran aromas muy especiados e incluso florales, que se ven perfectamente enmarcados por los bellos jardines de los espectaculares palacetes de indianos que se erigen a lo largo del paseo, siendo los más representativos el Palacio de los Marqueses de Argüelles, el Villa Rosario (hoy convertido en hotel) o el de Antero Prieto (posteriormente Uría Aza).

El segundo tercio (y eso que la longitud del cigarro casi se merecería dividirlo en cuartro partes) es mucho más terroso y amaderado, de sabor antiguo, lo que evidencia sus magníficos cinco años de añejamiento, en perfecto maridaje con el saborcillo antiguo del casco histórico del pueblo.

El tercer tercio es largo, casi interminable, cafetero, dulzón, profundo y reconfortante, pero se hace corto, aunque hayan pasado dos horas desde que iniciamos este adorado recorrido por mi querida y hermosa villa, que acoge la desembocadura, la llegada al mar Cantábrico del río que lleva su nombre, Riba-deSella. Una villa con la belleza por bandera, de alegría en sus costumbres y vida sosegada, con un clima de sorpresa, de la caricia del viento y el arrumaco del sol, de mañanas coloridas, unas tardes que embelesan y unas noches mágicas, una villa de fresca fragancia y suculenta gastronomía, de excelso paisaje y pintorescos caminos, de preciosa arquitectura, imponente playa y fascinante paseo marítimo. Villa de acogedora plaza, con el Sagrado Corazón de brazos abiertos en lo alto de la iglesia, villa que recibe al visitante y da de lo que tiene, pueblo ilustre y gentil, noble y afable, balcón del Cantábrico, orquesta de las olas, puesta de sol eterna desde La Guía.

Ningún lugar mejor para degustar de nuevo este cigarro que en la asturtierra que vio nacer, hace varias generaciones, a los antepasados de la familia Quesada. Se fabricaron únicamente quinientas cajas de esta edición, destinadas únicamente al mercado estadounidense y al español. El texto que se utilizó en aquella magnífica y humeante gala celebrada en un conocido y elegante restaurante madrileño, y que propició que ambos genios tabaqueros viajaran a la madre patria para presentar dicha novedad, rezaba así:

“Está contemplando usted la réplica exacta de un humilde pedazo de historia. En el siglo XIX era costumbre extendida entre los tabaqueros cubanos originarios de la vieja Europa y fabricantes de marcas de prestigio, obsequiar a los buenos fumadores con un exclusivo humidor que guardaba dentro de sí una selección de sus mejores vitolas. Estos cigarros eran especialmente elaborados con selectas hojas de tabaco de las más finas vegas. Dichas cajas se convirtieron, con el paso del tiempo, en la tarjeta de presentación de los mejores tabaqueros, ya que se trataba de piezas realmente valoradas por los amantes de un buen cigarro y, a su vez, artículos codiciados por los más ávidos coleccionistas. Casa Magna, en su constante empeño por satisfacer a sus clientes con lo mejor de su cava, ha querido recuperar esta tradición. Tiene usted en sus manos una fiel reproducción de los humidores con los que fue obsequiado Francisco José I, Emperador de Austria, en el que se haya una selección de cinco vitolas de alta regalía de la marca: Robustos, Toritos, Perfectos, Diademas y los destacados Lanceros, fabricados especialmente para esta ocasión por ser los favoritos del Emperador.

Cada una de las vitolas que contiene esta preciada caja presenta rasgos propios y eminentemente peculiares, por tratarse de formatos de cigarros muy distintos entre sí. Pero, sin duda, también podemos encontrar, en la degustación de todos ellos, matices y sensaciones comunes que hacen de Casa Magna una marca francamente excepcional. Contemple su bella y bronceada capa colorado maduro, uniforme, brillante, aceitosa, atravesada por finas y elegantes venas. Embriáguese de su dulce y untuoso bouquet. Deslúmbrese con la elegancia de su noble y señorial anilla. Disfrute de sus excelentes propiedades de tiro y combustión, fruto del estricto control de calidad en su fabricación. Deléitese con sus cremosos y cafeteros sabores y sus aromas acaramelados, con sus matices añejos a madera bien ensamblada y sus notas afrutadas. Aprecie su exquisito equilibrio y constante evolución, y culmine la fumada con un final sublime y delicioso. Definitivamente… Casa Magna, un cigarro de emperadores.”

Ya conocéis, queridos lectores, mi querencia por esta marca –de la que hay abundante literatura en este humilde blog-, una de mis favoritas. Sigo estando de acuerdo con este texto. Quien lo escribió acertó. Seguro que lo hizo después de fumarse este excepcional Lancero. Y así me he sentido yo, en soledad, con mi música y mi cigarro, como un emperador paseando por su palacio imperial.

20 julio 2011

VEGAFINA by SEIJAS Edición Especial 2011

Es ya el tercer año que entra en juego en el mercado español “el Seijas”, nombre por el que se conoce al cigarro que lanza la marca anualmente con una liga especial seleccionada por Josecho Seijas, maestro ligador, director y alma mater de la fábrica dominicana Tabacalera de García, sita en “La Romana”.

El primer ejemplar que fumé, recién llegado el cigarro a España en el mes de Junio, fue después de una sabrosa comida en “La Parrilla Buenos Aires”, conocido restaurante situado en lo alto del Monte Naranco de Oviedo, desde donde -en un día claro y soleado- se puede contemplar una espectacular vista de la Vetusta ciudad, como diría el maestro Leopoldo Alas Clarín en su obra “La Regenta” en 1884.

La fragancia que desprende el pie del cigarro previo al encendido es particularmente floral y dulce, con un cierto recuerdo a miel. El envoltorio, color carmelita, ligeramente aceitoso, aunque algo deslucido y carente de brillo. Muy limpio el pre-tiro, con un sugestivo aroma que recuerda a un campo de lavanda. Primera bocanada tenue pero riquísima, muy refrescante, con toques cítricos, perfecto para esta época del año, en la que a veces el calor (aunque no era precisamente esa la meteorología que se percibía aquel día) te pide un cigarro sabroso pero con menos cuerpo que los que solemos fumar los que nos gustan las buenas pujanzas.
La primera impresión es de cierto parecido a la edición del año pasado pero no tan amargo y algo más suave, llegando como lejos a fuerza media. Perfecto tiro (tiene por lo menos cepo 54), combustión buena y ceniza gris blanquecina muy espesa.

Primer tercio tostadito y amaderado, con un retronasal muy suave y algo de especias. En el segundo tercio me encuentro con uno de los regustos herbáceos más interesantes que he fumado en mucho tiempo. Y esto me sorprendió muy gratamente, ya que no me suelo inclinar hacia este tipo de sabores tan “verdes”. La tercera parte deja paso a sabores, sin lugar a dudas, muy especiados, pero suaves, sin picores, con la misma fortaleza media que permitía desde el principio un paso de humo por la nariz francamente agradable y aromático, que deja ahora rastros de tabaco añejo muy bien curado. Muy buena evolución, final largo, muy intenso y profundo, lleno de aroma y de sabor.

En general el Vegafina by Seijas de 2011 es un cigarro muy bien balanceado, que me ha gustado más cada vez que lo he fumado. Para mí un 8. Creo que un par de añitos en el humidor puede hacer de él algo espectacular. Seguro que entonces podré ponerle un 9. La pena es que venga sólo una vez al año y duren tan solo unos meses. Pero ciertamente es lo que hace de esta edición algo muy esperado por algunos. Desde luego si sigue así, lo será por muchos más. Enhorabuena Josecho.

09 julio 2011

PLASENCIA Reserva Orgánica

La familia Plasencia es una de las mayores productoras de cigarros del sector tabaquero mundial. El patriarca de la familia, Néstor Plasencia, cubano de ascendencia canaria, sufrió no pocas dificultades hasta ser considerado uno de los grandes de la hoja. En 1963 le fueron expropiadas las tierras que su familia poseía en Vuelta Abajo (Cuba) y partió hacia Nicaragua; en 1979 se vio obligado a huir de la guerrilla sandinista y emplazarse en el país vecino, Honduras, para posteriormente regresar a Nicaragua. Hoy en día la familia Plasencia manufactura cigarros para más de treinta marcas en el mercado mundial, la mayoría de ellas Premium -entre ellas mi querida Casa Magna-, a la vez que provee de hoja a las grandes compañías de cigarros.

La familia Plasencia se siente muy orgullosa de presentar en España el primer cigarro que lleva su propio nombre, un proyecto personal, iniciado en el año 1999, de Néstor Andrés Plasencia, que además de haber crecido entre plantas de tabaco, pilones y chavetas, cursó estudios de ingeniería agrónoma. Se trata de un producto único en el mundo, el primer cigarro compuesto de hojas de tabaco 100% orgánico, certificado por la Asociación Americana de Cultivo Ecológico.

Los métodos utilizados en el cultivo del Plasencia Reserva Orgánica son precolombinos, libres de productos químicos y artificiales. Los fertilizantes utilizados son naturales, formados a base de humus de lombriz y el control de plagas se realiza también con métodos naturales: palitos de ajo clavados en las vegas para repeler insectos, un hongo parásito benigno que libera a la planta de las larvas, además de cosecheros que vigilan permanentemente los campos para detectar y eliminar posibles plagas de manera manual.

El tabaco que compone la liga de Plasencia Reserva Orgánica se cultiva en dos pequeñas fincas de Nicaragua donde los suelos son oscuros, ricos y vírgenes: Estelí y Jalapa. Después de la cosecha, las hojas son cuidadosamente curadas y sometidas a un tiempo de fermentación extra, y posteriormente añejadas durante un mínimo de cinco años para proporcionar un rico y complejo sabor.

En cuanto a la nota de cata podemos hablar de un aroma en frío tenue y ligeramente frutal, fortaleza de suave a media, un primer tercio singularmente cremoso y dulzón, con gran personalidad, una segunda parte más cafetera, con presencia de madera, tostados y puntas dulces, y un final muy largo, con permanentes recuerdos a café y especias.

Este no es un cigarro más. Es un cigarro que trata de revivir el sabor del pasado, fruto de un arduo trabajo en el que se conjuga la historia, la naturaleza y el respeto por el medio ambiente. Un cigarro cuyos ingredientes son únicamente el sol, el viento, la tierra y el agua. Un tabaco para ser disfrutado como en los orígenes, de la misma forma que hicieron siglos atrás los indios tainos, posteriormente los propios descubridores y como se conoció por primera vez cuando llegó a Europa.

La marca desembarca en España con tres diferentes formatos: un Robusto de 120 mm. con cepo 52 a 8,20€; un Corona largo de 160 mm. con anillo 44 a 8,30€; y un espectacular Pirámide de 160 mm. y 52 de cepo a 9,95€. Al padre de la criatura (me refiero a Néstor Andrés Plasencia, junto al que estoy en la foto) le encantan los Robustos.

La semana que disfruté con él en España, haciendo gira para presentar la marca, siempre que podía encendía uno. Pero como esto es algo muy personal, mi debilidad se inclina hacia el Pirámide. Formidable. Y el Corona largo, al tener un cepo más pequeño proporciona un mayor impacto de sabor. Perfecto para un cigarro de mañana, media tarde o aperitivo con unos vinos y unas viandas a base de cecina de León, queso y jamón ibérico con las que nos agasajó nuestro buen amigo Jesús Martín en su pequeña bodega, antes de degustar una inolvidable cena entre amigos, estanqueros y las enseñanzas de un tabaquero joven en edad, pero con la experiencia y tablas que le da ser hijo de su padre: Don Néstor Plasencia. Su nombre lo dice todo en el sector del tabaco.

* Artículo publicado en la Revista "La Boutique del Fumador" de Julio 2011 del Club de Fumadores por la Tolerancia

26 junio 2011

VEGAFINA SUMUM Edición Especial 2010

Recién llegado de un cansado viaje en coche, después de almorzar ligeramente y reposar el tiempo suficiente como para quedarse transpuesto -como se suele decir cuando se quiere denotar que uno ha descansado lo suficiente pero sin llegar a la desconexión total-, y con la calorina que está cayendo por todo el mapa de la geografía española, se me antoja degustar un cigarro suave e incluso, refrescante, para acompañar un rato de relax en la piscina (a la sombra, por supuesto). Me acordé de un cigarro que ya probé hace apenas un mes y medio, en una tarde calurosa de esta pasada primavera, en una de las muchas terrazas que adornan nuestras calles y que tan inestimable servicio nos prestan a todos los fumadores, y más aún a los que degustamos cigarros puros, ya que esta nuestra afición no se conforma con un par de minutos en cualquier sitio al aire libre, sino que requiere de un buen rato, en un agradable lugar que acompase el ritmo de nuestro deleite.

Volver a ver el tubo plateado con letras negras -presentación moderna que a algunos ha gustado por su originalidad, y a otros nada en absoluto- en el que va enfundado el Robusto en cuestión me terminó de convencer. Quizá el color, absolutamente inusual para un estuche en tubo de un cigarro, sugiere querer dejar escapar una especie de brisa que apacigüe el recalentamiento estival.

Desenfundado, el cigarro muestra una capa no muy brillante pero sí aceitosa al tacto, de aspecto algo rústico, no tanto por un tono colorado tirando a maduro algo irregular, sino sobre todo, por un desafortunado pliegue o solapamiento que tiene casi a la altura de la cabeza del mismo. Pero esas cosas pueden pasar y además no suelen afectar a la fumada. El aroma en el pie del cigarro antes de encender es fascinante, delicado pero muy rico, con recuerdos a miel, mismo aroma que se siente al succionar antes de encenderlo, mezclado entonces con algo de cedro, aroma probablemente aportado por la lámina de dicha madera, que lo envuelve dentro del tubo.

Inicia muy suave, con sabor herbáceo y poca persistencia en boca. Tiro y combustión excelentes y ceniza blanca, compacta y duradera. Un deje dulzón comienza a querer sobresalir sin conseguirlo del todo, siendo cercenado en sus aspiraciones por un regusto amargo más potente en el paladar. El segundo tercio es más aromático, con toques de pimienta negra sobre una base de fortaleza contenida, lo que permite disfrutar de un paso de humo por nariz francamente gracioso y muy agradable. El tercer tercio incrementa, tanto la  fortaleza hasta dejarla en media, como el sabor del puro, con los especiados de antes siempre presentes pero aportando ahora sabores tostados francamente interesantes.

El Vegafina Sumum de este año 2011 -cuando sale a la venta, aunque en el tubo pone 2010- es un cigarro muy correcto, huelga decir que con más intensidad que la línea clásica de la marca, con sabores suaves y amables, pero carente de evolución y profundidad. Un 6. No obstante, cumplió su función en una tórrida tarde de este incipiente y caluroso verano español.

25 abril 2011

QUESADA Edición España

Tras el rotundo éxito cosechado en nuestro país por la marca Casa Magna, soberbia creación del “master blender” Manuel Quesada, elaborada por Néstor Plasencia en Nicaragua y premiado como el mejor cigarro del año 2008 por la prestigiosa revista CigarAficionado, desembarcoa en España la marca Quesada, firma propia de la familia Quesada.

La marca Quesada se elabora en la fábrica que la familia de mismo nombre posee en Santiago de los Caballeros, en República Dominicana, y en la que ha intervenido directamente la “Q-5”, término que suele utilizar el patriarca Manuel Quesada para referirse a la quinta generación de una familia que cuenta con cien años de tradición en la industria del tabaco a sus espaldas.

Los Quesada nos sorprenden por su excepcional calidad, por un precio muy competitivo en el segmento premium de alta regalía y por los excepcionales controles de calidad utilizados en los procesos de elaboración de sus productos, todo ello con la garantía de manufactura avalada por marcas de gran éxito en otros mercados, tales como Fonseca, Cubita, Licenciados, Casa Blanca, Royal Dominicana, La Primera, etc.
Digno de destacar es la original liga que posee el cigarro, que lo diferencia de otras marcas de similar procedencia. La tripa es combinación de tres tipos de tabaco: semilla Habano Criollo 98 de Nicaragua, que le aporta fortaleza y sabor;  Conneticut Broadleaf (de sol), que le da un toque singularmente aromático y cremoso; y Habano Vuelta Arriba crecido en Navarrete (República Dominicana). El capote es también Habano Criollo 98 cultivado en La Canela (República Dominicana) y la capa proviene de semilla Arapiraca de Brasil crecida en Ecuador, lo que contribuye a darle un toque dulzón a la fumada. Todas las hojas que componen este cigarro han sido añejadas durante cuatro años, tiempo mínimo necesario que considera el tabaquero Manuel Quesada para ofrecer una fumada equilibrada, sabrosa y redonda.

En cuanto a la nota de cata podemos hablar de un aroma en frío amaderado, fortaleza media, un primer tercio cremoso y dulzón, una segunda parte más terrosa y con notas de madera y un final muy aromático y especiado.

El cigarro está ya a la venta en tres diferentes formatos: un Robusto de 126 mm. con cepo 52 a 5,90€; un Short Robusto de 101 mm. con también anillo 52 a 4,95€; y un tradicional Corona de 140 mm. y  42 de cepo a 4,85€. De los tres formatos disponibles, mi gusto personal se inclina por el Corona, aunque en los úlimos tiempos estén más de moda los cepos robustos. Condensa los sabores en un cañón más reducido consiguiendo que el resultado de la fumada sea muy sabrosa, cremosa e impactante.

He tenido la fortuna de acompañar al tabaquero Manuel Quesada en su gira por España para presentar su nueva marca. Hemos estado en Granada, en Antequera (Málaga), en el bello paraje en el que se enclava el Antiguo Convento de la Magdalena; en Badajoz -con nuestro estanquero amigo Jerónimo y sus clientes-, en Mérida, Cáceres -en un agradable almuerzo organizado por el estanquero cacereño Javier-, en Toledo -en el espectacular Cigarral de Caravantes, restaurante mesón con el que nos sorprendió el gran Pedro Pablo; en Madrid -con treinta estanqueros-, en Barcelona -con otros treinta-, en Palafrugell (Gerona) en el club de Joan... Todo un lujo, un placer y un privilegio.

* Artículo publicado en la Revista "La Boutique del Fumador" de Mayo 2011 del Club de Fumadores por la Tolerancia

25 marzo 2011

PARTAGAS SERIE D nº3 Edición Limitada 2006

Nos reunimos en un día desapacible de febrero -de esos en los que únicamente apetece quedarse en casa con la chimenea encendida y una manta para no destemplarse- Jesús Fernández Montes, propietario de una gran cava de puros en Pozuelo de Alarcón, Tomás Gadella, estanquero mostoleño de pro y mejor amigo, Jesús Martín, también estanquero pero en este caso boadillense, de cuyas virtudes como profesional y persona ya os hablé en alguna cata anterior, y quien estas humildes líneas firma.

Después de degustar un apetecible y sabroso cocido madrileño que nos vino muy bien para entrar en calor, en Casa Patro, una pequeña casa de comidas de Boadilla del Monte, familiar y acogedora, recomendada por nuestro estanquero anfitrión, nos trasladamos a una estancia que nos proporcionó cobijo para exhalar nuestras volutas de humo durante las aproximadamente dos horas que estuvimos charlando entre amigos, intercambiando anécdotas, opiniones y, por qué no decirlo, severas críticas hacia la injusta ley antitabaco recientemente aprobada en nuestro casi irreconocible país, de la que en otro artículo, con más tiempo, daré detallada cuenta y diatribas.

El cigarro catado fue una Edición Limitada del año 2006 (es decir, con ya casi cinco años de añejamiento extra en cava) de la serie D nº3 de Partagás, de buen aspecto, envoltura gruesa color maduro ligeramente aceitosa, característica que se echa de menos en estos tiempos en muchas vitolas de procedencia cubana. Combinamos la fumada con un soberbio ron recién lanzado por la marca Plantation, obsequio de nuestro anfitrión, siempre a la última en licores premium, el Extra Old de Barbados, un ron de excepcionales aromas cítricos con final a jarabe dulzón.

El inicio del cigarro estuvo rebosante de madera, profundo, añejo, un aroma que me recordaba a la entrada en la antigua casa que un matrimonio amigo posee en un recóndito pueblo de la provincia de Segovia, en medio del campo y lleno de vigas de madera en el techo. Los sabores inicialmente eran profundos a buen tabaco, algo cremosos aunque con un deje amargo al final. La fortaleza se mantuvo contenida durante toda la fumada. Ya consumido el primer tercio, coincidimos los cuatro en el carácter algo plano del cigarro, muy cerrado en ese sabor tan maderoso, cuyo amargor se fue incrementando cada vez más, lo que le restó desarrollo y profundidad. El tiro del cigarro fue regular, similar a la combustión, y la ceniza de color gris muy tristón.

Nuestra admiración se centró entonces en el perfecto equilibrio entre alcohol y aroma que nos deparó nuestro jugo de caña, de color miel y lágrima densa equiparable a la de un buen coñac francés, que evocó a Jesús Fernández Montes la película “La Isla del Tesoro” de Stevenson.

Ciertamente, un cigarro elaborado con buen tabaco pero carente de evolución y matices fuera de la madera. En resumen, lo que iniciamos como una cata de un puro acompañado de un licor culminó como una degustación de un formidable y novedoso ron asistido de un cigarro que se consumió sin pena ni gloria. Quedamos emplazados, los mismos comensales, para catar el Montecristo Sublimes en menos de un mes, y desquitarnos de una fumada en la que el tabaco quedó superado por el bendito Plantation de Barbados Extra Old.