23 diciembre 2010

KRISTOFF Short Robusto

Acabamos de finalizar una agradable y completa cata con maridaje de whisky-nueces de macadamiza caramelizadas-foie-quesos-cigarro puro-whiskey (en este orden) en uno de los clubes de puros más conocidos de nuestro país, cuando me sorprende de nuevo mi querido amigo Adolfo Otaola, alma mater de la importadora y comercializadora de puros De Los Reyes Cigars S.L., con una nueva vitola recién llegada a España. Y tan recién llegada que los primeros pedidos se habían encargado esa misma tarde. Obsequiado por el malagueño de apellido “pacharanesco” con dos ejemplares para mi examen, me propuse hacer el mismo en los primeros días de las fiestas que se nos avecinaban. Y así lo hice, a pesar de que publique dicho trabajo ahora, ya que las reuniones familiares y demás actividades que uno aprovecha para hacer con su esposa e hijos (y abuelos y tíos y primos y amigos…) durante estos días me ha impedido darle debida forma con mayor prontitud.

Kristoff es una marca dominicana de cigarros Premium presente en España ya desde hace un par de años bajo dos vitolas, Robusto y Torpedo, a las que se une la que hoy nos ocupa, un Short Robusto. La presentación es francamente original y elegante, en una caja de cedro barnizada en color negro, con una cama de hojas sueltas de tabaco sobre la que reposan, esperando ser tomados por las expertas manos de un aficionado capaz de valorar lo que se dispone a degustar, los cigarros con el pie abierto sin guillotinar “as usual”, por el que sobresalen las hojas de tabaco de la tripa, mientras que la cabeza está rematada en rabo de cochino (en el Robusto y el Short idem). La composición del cigarro es la siguiente: capa Havana Criollo Nicaragua, capote Criollo Dominicana Olor y tripa Piloto Cubano de Nicaragua y Dominicana Olor.

El peso del nuevo Short Robusto es considerable a tenor de su corta longitud, lo cual habla bien de la cantidad de su relleno, confirmado por su tacto compacto y suficiente esponjosidad. La capa es de un atractivo color marrón castaño, muy aceitosa, y con un sugestivo aroma a cuero y madera antes de darle candela. La anilla, en un tono marrón degradado respecto de la capa, muy sencilla pero elegante, con la inscripción de “Kristoff Elite Cuban Taste” en un color algo más intenso con efecto borroso.

Los inicios son cremosos y con evidente presencia de madera en el sabor, aunque con un postgusto muy amargo en el paladar. El tiro es perfecto: con nada de esfuerzo conseguimos llenar la boca del suficiente humo para poder degustar el cigarro sin problemas. Desaparece enseguida esa sensación tan amarga del comienzo para dejar paso a notas más melosas y dulces pero con un permanente recuerdo a cuero. Posteriormente dominan, durante un rato, los gustos tostados y almendrados, que maridan perfectamente con un típico polvorón de estas épocas navideñas. La combustión fue algo irregular pero correcta en general, sin necesidad de corregir en exceso la quemadura. La ceniza es gris blanquecina y de gran permanencia antes de caer. Aparecen también toques especiados de pimienta y nuez moscada, para finalizar con algo más de intensidad y pujanza en sabores tostados y cafeteros. Un 8.

Un cigarro con personalidad, con nombre muy parecido a Aquel de quien celebramos su nacimiento hace ya 2011 años. Frente al precioso nacimiento que monta mi padre en su terraza cada Navidad, escuchando clásicos navideños interpretados por monstruos de la voz como el inimitable Frank Sinatra, Bing Crosby o Nat King Cole, sólo puedo deciros otra cosa más: Feliz y Santa Navidad.

14 noviembre 2010

LEÓN JIMENES LEYENDAS "Tributo al Tabaquero"

El segundo de los cigarros presentados durante estas jornadas presididas por D. Guillermo León, propietario de la marca La Aurora y León Jimenes, fue el León Jimenes Leyendas “Tributo al Tabaquero”, un original y sofisticado doble figurado de 136mm. con la cabeza acabada en punta mucho más pronunciada de lo habitual en este tipo de vitolas.

Es un formato ciertamente original, que fue rescatado del archivo de los antiguos cigarros holandeses, de ahí su apelativo legendario. Lleva la anilla estándar de la marca y otra banda extra en la que se puede leer “Leyendas. Tributo al Tabaquero”. La segunda parte de su sobrenombre obedece al proyecto que se inició hace ya algún tiempo en la Fábrica de La Aurora de encargar a los propios maestros torcedores de la galera que elaboraran su propia liga, conforme a sus gustos y preferencias. Y este fue el resultado: una capa tipo Connecticut similar a la habitual de la serie clásica de la marca, bien seleccionada y torcida, con estilizadas venas casi imperceptibles, suave y aterciopelada, color marrón claro con tonalidades doradas; un capote Sumatra-Ecuador y tripa que combina semilla oriunda dominicana Olor Ligero y Corojo Ligero.

El bouquet en frío es suavemente floral, ya que al no estar el pie totalmente abierto no deja escapar todos los aromas del relleno. Al contrario de lo que pudiera parecer no es necesario practicar un gran corte en su puntiaguda cabeza para sentir un buen pre-tiro, que revela aromas a madera y un ligero gusto salado en los labios. Las primeras aspiraciones recién encendido son francamente refinadas, muy perfumadas y con un potente post-gusto. Presenta un cuerpo inicial suave, buen balance de sabores tostados, amaderados y algo ahumados en el primer tercio. El segundo tramo alcanza una fortaleza casi media, cremoso, con alguna traza dulce pero con la misma estructura amaderada y tostada del comienzo. El tiro es perfecto durante toda la fumada, la combustión buena y la ceniza gris claro. El último tercio es algo más potente aún, sobretodo en nariz, con toques de cedro y un suave regusto a café en el paladar.

Un cigarro que sorprenderá a los habituales consumidores de León Jimenes, ya que esta edición presenta bastante más cuerpo e intensidad que la serie clásica. Nos depara una interesante y sabrosa fumada de cuarenta y cinco minutos aproximadamente, muy agradable para los que gusten de un cigarro con cierto cuerpo para la mañana o para la media tarde acompañado de una humeante taza de café. Que ustedes lo disfruten.

* Artículo publicado en la Revista "La Boutique del Fumador" de Noviembre del Club de Fumadores por la Tolerancia

15 octubre 2010

CASA MAGNA Churchill (remake)

Como colofón del día, después de habernos endulzado con los postres, al tiempo que apurábamos los cafés y comenzábamos a disfrutar de una copa del reconocido ron dominicano Barceló Imperial, Adolfo Otaola, gerente de De Los Reyes Cigars, nos presentaba un cigarro incorporado hace apenas cuatro meses al vitolario disponible en España de la reconocida y exitosa marca Casa Magna, acogida con gran entusiasmo por los buenos fumadores de nuestro país. Se trata del Casa Magna Churchill, un soberbio cigarro digno de incluir habitualmente en nuestro humidor, ya que todos los que nos preciamos de disfrutar con el buen humo deberíamos deleitarnos a menudo con los grandes cigarros que nos lo regalan. Y este es uno de ellos. No en vano, el Robusto de dicha marca fue galardonado con el premio al Mejor Cigarro del Año 2008 por la acreditada revista norteamericana Cigar Aficionado.

El prestigioso tabaquero dominicano Manuel Quesada es el artífice de la soberbia liga del Casa Magna, elaborada en Nicaragua, -con tabaco de Estelí para la tripa, Condegas para el capote y Jalapa para la capa-, por otro de los grandes de la hoja, el reconocido Néstor Plasencia.

Nuestro “magno” Churchill aparece envuelto en una bella, bronceada y uniforme capa, brillante, sedosa, aceitosa y sudada, signos inequívocos de su perfecta selección y envejecimiento de cinco años, coronada por una egregia anilla, en tonos dorados, negros y rojos. Al tacto se presenta esponjoso y a la vez recio, lleno de buen tabaco, cuyo dulce aroma en frío nos recuerda a bizcocho recién horneado.

Nada más encenderlo el cigarro nos regala sabores achocolatados, persistentes en boca, frescos y acaramelados, que se mezclan con rastros de fruta madura. El segundo tramo de la fumada se caracteriza por un balance y una nobleza extraordinarios, por una notable evolución, y por un gran equilibrio y armonía de aromas, sin ninguna arista de agresividad. Permanece el rastro dulzón dejado por el primer tercio, pero salpicado ahora por matices de madera y tierra, consecuencia del añejado de cuatro años de la tripa del cigarro. La lenta combustión es impecable, la ceniza es blanca, espesa y de gran consistencia, el tiro perfecto y la fortaleza se acerca ahora a un cuerpo pleno. Al final de este tramo hacen su aparición ciertas trazas amargas y especiadas, pero sin abandonar ese sabor cremoso a chocolate tan especial.

El tercer tercio se caracteriza por un sabor totalmente cafetero, que mezclado con el dulce del caramelo presente en toda la fumada, nos aporta un inconfundible gusto a tofee. El final es ciertamente delicioso, largo, inmenso, digno de un cigarro superior.

Su nombre lo dice todo: Casa Magna, cigarro majestuoso. El formidable remate de una intensa jornada en la que pudimos disfrutar del sol, el hermoso paisaje de estas tierras castellanas, el potente motor del Jaguar XF, la buena gastronomía y el buen humo.
 
* Artículo publicado en la Revista "La Boutique del Fumador" de Octubre del Club de Fumadores por la Tolerancia

10 octubre 2010

AUGUSTO REYES Epicur Coffee Break

Después de una intensa mañana poniendo a prueba por tierras vallisoletanas el potente motor del Jaguar XF -que hizo las delicias de todos los asistentes al evento- y de haber disfrutado de un copioso y placentero aperitivo en la terraza jardín del Hotel Balneario Palacio de Las Salinas de Medina del Campo, pudimos degustar, como primer cigarro del día, previo al almuerzo que nos sirvieron en el pucelano Hotel AC Santa Ana, un Augusto Reyes Epicur Coffee Break, cigarro de vitola “perfecto” de 101 mm. con cepo 44 en el centro del mismo, ya que este formato presenta un estrechamiento del anillo en el pie del cigarro.

Los cigarros Augusto Reyes se presentaron en el mercado internacional en julio del año 2006, obteniendo excelentes puntuaciones en publicaciones especializadas. Con esta marca, la familia Reyes, con ciento cincuenta años de tradición en el tabaco, tiene la convicción de ofrecer al consumidor una liga capaz de complacer al más exigente de los paladares. La principal característica de estos cigarros es su grado de añejamiento, lo que permite que el tabaco sea de más riqueza en la fumada, con más aroma y un gran equilibrio.

El cigarro que nos ocupa es elegante y sofisticado, con una bonita capa de semilla Piloto Cubano cultivada en Ecuador, de color tostado, suave, fina, poco venosa y bien torcida, oculta casi un tercio de la misma bajo una atractiva y moderna anilla en color azul. El capote y la tripa son Dominicanos pero con mismo tipo de semilla. El bouquet antes de encender es herbáceo y perfumado, las primeras bocanadas muy sabrosas e intensas, y con una persistencia de aromas torrefactos y especiados que asombró a los presentes, ya que en apariencia -por su color y tamaño -el cigarro se prevé suave.

El objetivo que persiguió el fabricante con este pequeño cigarro fue obtener una fumada relativamente corta, de una media hora aproximadamente, pero rica e intensa, quizá ideal para obtener el máximo placer de un buen tabaco mientras tomamos un café -como propiamente indica su nombre- a media mañana, a media tarde o en medio de un sabroso aperitivo para ir abriendo el apetito. Justo lo que nos sucedió a nosotros: que se nos hacia la boca agua con las viandas que nos comenzaban a servir en la mesa.

* Artículo publicado en la Revista "La Boutique del Fumador" de Octubre del Club de Fumadores por la Tolerancia

21 septiembre 2010

PARTAGÁS SERIE DU CONNAISSEUR Nº1


Elegante. Esto es lo que me han parecido siempre los cigarros de esta vitola llamada Delicados. Finos y alargados, no le hace falta anilla para mostrase atractivo y sugerente, como un fin de semana de verano. Posee una capa carmelita tersa y oleosa, y un aroma en frío que promete grandes momentos. La construcción de Partagás siempre está muy cuidada, de las mejores entre los cubanos, aunque aun les queda trabajo para igualar la calidad de la que gozan muchas marcas dominicanas y nicaragüenses. La prueba está en que de vez en cuando me he encontrado con un habano que no tiraba bien, estropeándome la fumada, y nunca me ha pasado con los cigarros premium de otras nacionalidades. Un reto por delante para los amigos cubanos.

Decido acompañar la fumada con un whiskey distinto, Swing de Johnnie Walker, suave pero con un sabor excepcional. Compré la botella en una reciente visita a Bogotá, una ciudad que realmente me sorprendió. Lejos de la leyenda negra que la sitúa entre las más inseguras del mundo, pude comprobar en persona como los deseos del pueblo colombiano de vivir en paz y tranquilidad se han impuesto a la barbarie, y que se puede disfrutar de una estancia tranquila y agradable. La gente es amable y educada, como en todos los países latinoamericanos que he visitado, la comida es buena (prueben el ajiaco, riquísimo) y tiene sitios muy interesantes que conocer. Un recuerdo especial al personal del Hotel La Fontana, que tan atentos se mostraron durante mi estancia.

El cigarro en cuestión es de sabor pleno, intenso, con un inicio rico en aromas a tabaco añejo y cedro, dejando cierto gusto torrefacto en el paladar. El tiro es magnifico, y la ceniza oscura se desprende con facilidad, quizá debido al pequeño cepo de la vitola. Durante el segundo tercio aparecen notas a caramelo, persistiendo las sabrosas caladas añejas durante toda la fumada. También se pueden apreciar matices especiados, tornándose picantes hacia el final de la fumada, probablemente en exceso para mi gusto. Esto es lo que me impide ponerle más de un 9, porque por lo demás este habano es francamente excepcional. Lo recomiendo para una sobremesa no excesivamente larga o, por ejemplo, para un cóctel. No duden que todo el mundo apreciará, como no, su elegancia.

19 septiembre 2010

LA AURORA 1495 Sumo Short Robusto

Queridos lectores y amantes de los buenos humos: hoy os quiero adelantar una novedad que dentro de muy poco (a finales de este mes o principios del que viene) podréis encontrar en las mejores cavas de nuestra querida piel de toro. Viene de la mano de La Aurora, la fábrica de puros más antigua de la República Dominicana, integrante del Grupo León Jiménes, cuyos cigarros gozan de un gran prestigio y reputación en todo el mundo. El propietario de la marca y vicepresidente del Grupo León Jiménes, Don Guillermo León, estuvo de viaje por nuestro país el pasado mes de Septiembre -cata tras comida y evento tras cena- presentando estos dos nuevos cigarros, que han sido acogidos con verdadero entusiasmo por estanqueros y consumidores.

Esta nueva referencia, bautizada como La Aurora 1495 Sumo Short Robusto, viene a completar la oferta actualmente disponible en España -un Robusto y una Corona- de la Serie 1495 de La Aurora, creada en el año 2005 para conmemorar el año de fundación de Santiago de los Caballeros, la segunda ciudad más importante de la República Dominicana y enclave tabaquero por excelencia de la isla.
Se trata de un formato corto y grueso, muy demandado actualmente por los consumidores (102mm x cepo 58), que nos depara una fumada intensa y sabrosa. La liga del cigarro es la propia de la serie La Aurora 1495, que combina seis tipos de tabaco diferentes: capa Sumatra-Ecuador, capote Corojo Dominicano y mezcla de tripa de Nicaragua viso, Perú, Ligero Corojo Dominicano y Bahía Brasil. Lo primero que debemos destacar es su excelente capa, suave, aceitosa y brillante, fruto de su añejamiento extra de cuatro a cinco años, con elegantes finas venas y anilla típica de la serie. La construcción es formidable, sin nudos ni huecos en su relleno, con un bouquet en frío cremoso, amaderado, dulce y especiado al fondo de nariz.

La fumada presenta fortaleza media, muy agradable y amantequillado en boca, con un tiro magistral y buena combustión. La primera mitad del cigarro se caracteriza por amplias y generosas bocanadas, humo denso y muy aromático, untuoso en boca, sabores dulzones y cafeteros que evolucionan con perfecto balance hacia una segunda parte en la que destacan notas tostadas con recuerdos a frutos secos y matices especiados. El final es cafetero, con cierto gusto ahumado y más especiado aún. La duración aproximada de la fumada es de una hora y cuarto, aunque pueda aparentemente parecer menos, ya que si bien la longitud del cigarro no es muy grande, éste combustiona lentamente gracias a la gran cantidad de tabaco que posee.

Y si después de probar este espléndedido cigarro os ha gustado, catad el Robusto de la misma serie: más refinado, más contenido, más personal, más... 1495. Es mi recomendación.

* Artículo publicado en la Revista "La Boutique del Fumador" de Noviembre del Club de Fumadores por la Tolerancia

19 agosto 2010

MACANUDO 1968 Robusto

Queridos amigos: ¡Ya están aquí! Las ansiadas, necesarias -y creo que en mi caso merecidas- vacaciones han llegado. Después de disfrutar de unos días de placentero descanso en la casa de campo de mis queridos suegros en un pueblo de la ribera del río Órbigo, en la provincia de León, mi familia y yo nos hemos desplazado a la localidad alicantina de Denia, para pasar unos días en el chalet propiedad de un tío de mi mujer, en las faldas del monte Montgó. Aquí se respira tranquilidad, sosiego y un aire puro que, gracias al microclima de este enclave, hace sin duda mucho más llevaderos los calores típicos de la costa levantina española.

Durante sucesivas entregas os iré dando cuenta de los grandes cigarros que estoy disfrutando en estos días que, por cierto, sin duda, son los más propicios, ya que no estamos sometidos ni mucho menos a las apreturas de horarios y obligaciones que tenemos durante el resto del año. Aún así, muchas de las grandes marcas que estoy catando no se distribuyen aún en España, por lo que reservaré dichas reseñas para el momento en que desembarquen en nuestra querida piel de toro.

Me gustaría en esta ocasión compartir con vosotros un cigarro del que ya he disfrutado en bastantes ocasiones y del cual tenía pendiente este comentario. Se trata de la marca dominicana Macanudo, serie 1968 en su vitola Robusto. Dicha línea de cigarros hace referencia al año en el que la actual empresa propietaria de la marca, General Cigar, adquiere la fábrica productora de los Macanudo, la Temple Hall jamaicana. Esta marca es una de las más vendidas en Estados Unidos, y su línea clásica se caracteriza por ser excepcionalmente suave. Por esta razón, y para recalcar que la liga 1968 es ciertamente novedosa, la compañía ha diseñado una campaña de marketing gráfica con una foto del cigarro que nos ocupa lanzando al aire unas atractivas volutas de humo y un texto que reza: “Macanudo 1968: rich, dark and unexpected”, lo que podría traducirse por: “rico, oscuro-profundo e inesperado”. Descubrámoslo.

Los tabacos que componen la tripa de este cigarro, envejecidos en barricas de roble con carbón, proceden de la propia República Dominicana, donde está fabricado, de Nicaragua y de la isla volcánica de Ometepe, perteneciente al mismo país anterior, donde se cultiva un tabaco en exclusiva para General Cigar. El capote es Connecticut Habano y la capa Honduras San Agustín tipo Havana, una envoltura de sol francamente atractiva, aceitosa, atravesada por finas venas, que parece, a juicio de su color y textura, estuviera bañada en una taza de chocolate Valor. La anilla es distinguida, en tonos negros y dorados, el aroma pre-encendido herbáceo y dulzón, el tiro será inmejorable durante la fumada y la fortaleza debería establecerla en media, aunque mi querido cuñado Alfredo -que fumó este mismo cigarro a diez kilómetros de distancia, ya que no fue posible reunirnos para la ocasión- opina que es demasiado “full”.

La primera fase está dominada por un complejo sabor dulce contrastado por notas de madera. Hace aparición el elegante, lento y equilibrado recuerdo a regaliz negro, con un regusto potente, en ciertos momentos achocolatado. El segundo tercio lo continúa protagonizando el regaliz, si bien ahora aparece como artista invitado el cacao. En estos momentos la combustión se estropea en cierta medida, aunque se deja arreglar, no sin ayuda del mechero. Observo ahora una estampa que coincide con la imagen de la publicidad: en la pequeña urbanización donde me encuentro, sin apenas contaminación luminosa, es fácil observar un cielo negro como el de esta noche, que como si de un telón de fondo se tratase con el cigarro en primer plano, permite distinguir un contraste de color con el homo blanco-azulado ciertamente mágico.

Casi finalizanda esta segunda fase aparecen sutiles notas especiadas, el dulzor va decreciendo y gana peso el cedro, aunque a ráfagas continúan dejando sus rastros los sabores achocolatados del comienzo. En mi opinión el cigarro evoluciona con equilibrio y los sabores, profundos y complejos, llenan la boca de gran cantidad de agradable y denso humo. El tercer tercio mezcla con éxito y sin agresividad todos y cada uno de los sabores detectados desde que prendí en cigarro: chocolate, cedro, regaliz y especias. Tengo que confesaros que disfruté plenamente este final, tanto que casi se me olvida que las brasa también pueden quemar… los dedos. Un 8.

Con estas premisas, subjetivas por cierto, ya que se trata de mis sensaciones y gustos, me atreveré a emitir un veredicto acerca de la publicidad de la que antes os hablé:
“¿Rich?”: sí, es rico, sabroso y agradable.
“¿Dark?”: objetivamente sí por la capa y subjetivamente me pareció encontrar gustos complejos y bien desarrollados.
“¿Unexpected?”: ciertamente que sí, es totalmente distinto a cualquier otro Macanudo.

No sé muy bien la razón, y quizá me gustaría encontrarla en la diferencia de gustos idiosincrásicos entre EE.UU. y Europa, o quizá en que la gama de marcas y referencias es infinitamente mayor en aquel gran país como para encontrar fácilmente mejores cigarros que el Macanudo 1968, pero lo cierto es que los blogs estadounidenses similares a este no hablan tan bien como hoy lo he intentado hacer yo acerca de este cigarro.

Una cosa más: os sugiero que probéis la vitola Gigante de esta misma marca y serie, una vitola cañonazo (o algo mayor incluso) que el día que la probé, en una cata invitado por mis amigos Pedro Pablo Gamero, gran estanquero toledano, y Pedro Rosado, delegado comercial de esta marca en Zona Centro de España, en el Restaurante El Albero de Toledo, tras unas alcachofas de la tierra con jamón, unas tapa de habitas, judías con jabalí y una carrillada de ternera, me resultó francamente agradable.

Hasta la próxima entrega amigos. Seguid disfrutando de las vacaciones.

13 agosto 2010

TE AMO Clásico Toro

Me dirijo a ustedes, estimados lectores de este nuestro humilde blog, para darles cuenta de la maravillosa fumada que me ha deparado este Te-Amo vitola Toro. Para los menos conocedores de este mundo de los cigarros, decirles que Te-Amo es una marca mejicana dirigida por la familia Turrent que elabora sus productos en la factoría del valle de San Andes, en el estado de Veracruz. De allí procede, además, el tabaco que utilizan en su gama básica, a la que pertenece esta referencia.

El cigarro tiene buen aspecto externo, aunque la capa quizá es algo mas nervuda y rugosa de lo que se estila últimamente. De color carmelita claro, carece de esa acetosidad característica de muchos de los grandes cigarros que he tenido ocasión de fumar, aunque el aroma en frío es intenso y agradable. Me llama la atención la bonita anilla, en la que figuran un matador y un toro en plena lidia. Decido acompañarlo con un tequila reposado como es el Especial de José Cuervo, probablemente la marca de tequila más internacional del mercado.

Sin demasiadas expectativas, todo sea dicho, encendí mi puro y me dispuse a disfrutar de la sobremesa en una esplendida tarde veraniega. El inicio es contundente: es un cigarro con cuerpo, con aromas a cedro y un sabor ligeramente especiado. Pero es realmente en el segundo tercio cuando empieza a desplegar toda su riqueza aromática. El cigarro se torna sabroso, con un gusto a tabaco añejo y cedro que disfruto aspiración tras aspiración sin cansarme. Todo buen fumador de puros sabe que no todas las caladas son iguales, y que, de vez en cuando, un cigarro nos regala lo mejor de si mismo, llenándonos la boca de placer y haciendo que se nos escape algún sonido inteligible de aprobación. Pues la concatenación de este tipo de bocanadas sabrosas fue realmente tan espectacular, que me hizo preguntarme cómo un cigarro de este precio (apenas $4 en una tienda del aeropuerto) podía estar tan rico. El final estuvo a la altura, con claras notas torrefactas y alguna pincelada dulce.

En resumen, un gran cigarro que me hizo disfrutar de más de una hora de buena fumada. Nota, un 8,5. Recomendable para despues de una comida fuerte, acompñandolo de tequila reposado o whiskey de malta. Intentaré hacerme con mas formatos de esta serie, pero hoy por hoy solo puedo decir: ¡Viva Mexico!

24 julio 2010

CASA MAGNA Churchill

Queridos amigos lectores: es justo y necesario -como dice la plegaria cristiana para dar gracias a Dios- incluir este soberbio cigarro en nuestro violario "bloggero" y debería serlo también, a mi juicio, introducirlo de manera habitual en nuestro humidor personal. Es justo porque una obra maestra no se merece menos y necesario porque todos los que nos preciamos de disfrutar con el buen humo deberíamos deleitarnos a menudo con los grandes cigarros que nos lo regalan.

La primera vez que disfruté de esta maravilla aún no era posible encontrarla en España y, si lo pude hacer, fue por la gentileza de mi amigo Manolo Quesada, gran persona, caballero de los pies a la cabeza, fabricante de algunas de las mejores marcas Premium de cigarros dominicanos y propietario de la marca nicaragüense Casa Magna, que me invitó a degustarlo al finalizar una memorable y amistosa comida con él y con su esposa, durante su estancia en España el pasado mes de abril. La impresión entonces fue soberbia, pero dado el elevado nivel de interesante conversación que me brindó tan querida pareja, como es lógico, no tomé ni una sola nota de cata. Aunque tan sólo el recuerdo es el sello de calidad de un buen puro, tengo con vosotros un compromiso que me exige re-catar el cigarro para compartir con vosotros todos los detalles de mis sensaciones.

Y en esta segunda ocasión, me acompaña otro gran amigo, de esos que son casi familia, Rodrigo Camps, “Roti” para mi familia. Mientras visitaba la cocina para preparar las rocas y seleccionar el ron (esto lo tenía claro, pues ambos estamos abonados al jugo de la caña de azúcar) le dejé a “Roti” con una selección de cigarros que había preparado para ese día. “Hoy escoge tú” le propuse. A mi regreso me lo encontré absorto contemplando la bella factura de nuestro magno churchill, encandilado por su bronceada capa de sol, lustrosa y grasienta como pocas, perdido en el perfecto dibujo espiral de sus finas venas y deslumbrado por su egregia anilla . “Este, fumamos este” me dijo. Sabia elección.

El aroma que desprende previo a encender es dulce y nos recuerda a algo de pastelería, como al bizcocho de chocolate de mi suegra recién sacado del horno. Las primeras aspiraciones -ciertamente majestuosas- exhalan sabores azucarados parecidos al chocolate con leche, mezclados con sabores a fruta madura y, en algunos momentos incluso a pasas. Mi amigo hace referencia ahora al gran equilibrio que posee el cigarro, sin ninguna arista de agresividad, con un balance y una nobleza de éxtasis sensorial.

El segundo tramo se merece la estatuilla del “Oscar tabaquero” a la evolución y al sabor, al equilibrio y a la armonía de aromas. Continúa el rastro dulzón dejado por el anterior tercio, pero salpicado ahora por matices de madera y tierra consecuencia del añejado de la tripa del tabaco (tabaco es como se refieren en Centroamérica a un cigarro). La quema es impecable, la ceniza nívea y brillante, espesa y de gran consistencia y la fortaleza se acerca ahora a un cuerpo pleno.

Al final de este tramo hacen su aparición ciertas trazas amargas y especiadas, incluso algo picantes, pero sin abandonar ese sabor tan especial a frappuchino de Starbucks (café con crema de caramelo, batido con hielo y nata... una debilidad personal).

El tercer tercio se caracteriza por un sabor totalmente cafetero, en este caso con leche, que mezclado con el dulce del caramelo presente en toda la fumada nos aporta un inconfundible gusto a tofee. Final largo, inmenso, propio de un cigarro de escándalo.

Prácticamente recién llegado a España, a un precio de 5,95€ que bien merecería casi el doble, a mi juicio uno de los mejores churchills que podemos encontrar en el mercado español. Otro 10. Gracias Manolo (Quesada), gracias Néstor (Plasencia) por vuestra creación.

Con esta cata culmino el repaso a la gama de referencias disponibles en España de la marca Casa Magna serie Colorado (omito la del Torito por ser muy similar al Robusto). Cada una de ellas excelentes, idóneas para un determinado momento. El pequeño Pikitos, ideal para el aperitivo, con un buen vermú de grifo (o Martini rojo, no vamos a ser tan románticos). El gran Robusto para después de comer, con un buen ron añejo, quizá el Flor de Caña 18 años con el que hemos acompañado “Roti” y yo esta última fumada. Y el soberbio Churchill para después de cenar, regado con una copa de un buen coñac francés o un brandy español como el Luís Felipe con el que lo combinamos Manolo y yo en aquel inolvidable almuerzo. Y si es al aire libre, con un cielo estrellado como el que contemplo desde la bendita portalina de la casa de campo de mis suegros a la ribera del río Órbigo en León, un firmamento que da vértigo, que hasta la Vía Láctea deja ver, mejor será. Disfrutad.

06 julio 2010

BARÓN ULLMANN Robusto

Nos reunimos en esta ocasión en torno a los fogones de “El Restaurante de Fortuny”, un elegante establecimiento con fabuloso servicio y calurosa acogida al comensal, de esas que te hacen sentir alguien realmente importante, sobre todo cuando te ubican en la mejor mesa del local, redonda, amplia y en una esquina apacible desde donde se contempla toda la sala.

Me acompañan, de derecha a izquierda, mi amigo Adolfo Otaola, gerente de la empresa De los Reyes Cigars S.L., importadora de cigarros del prestigio de Augusto Reyes, Casa Magna y Kristoff, los estanqueros anfitriones -por aquello de estar en sus dominios y por la excelente selección del local- Tomás Gómez y Carlos Javier Gaitán, de la Cava de Miguel Ángel y por último, mi querida compañera Jennifer Gómez, de la compañía Sikar S.L., empresa que comercializa las marcas antes mencionadas, distribuidas en el mercado español por Comet S.A.

El menú que disfrutamos fue francamente sabroso, compuesto por un carpaccio de buey con queso parmesano, fideua, hamburguesa al estilo Fortuny, todo ello regado por la apuesta segura que supone el Ribera del Duero Matarromera Crianza 2007 aconsejado por Adolfo, y para finalizar un cremoso postre de tiramisú realmente formidable.

Durante el almuerzo la conversación transcurrió acerca del cliché que todavía existe en nuestro país al hablar de “puros cubanos” y “otras procedencias”, como si estas últimas tuvieran una dignidad inferior. Les explicaba yo a los comensales que en mi blog se enumeran las distintas procedencias de los cigarros con la misma importancia, independientemente de que en España sean los puros cubanos los más vendidos. Desde el comienzo pretendí contribuir a un concepto, a una filosofía de trato entre procedencias. Igual que si entro en una tienda especializada en licores no veo que ponga “vinos de Rioja” y “resto de Denominaciones de Origen”, sino que la tienda estará dividida por estantes y en cada uno habrá un reclamo que indique “Rioja”, “Ribera del Duero”, “Toro”, “Vinos de Madrid”, “Somontano” y un largo etcétera, aunque la D.O. más conocida y más vendida sea la riojana. Hace apenas quince años sería impensable que en una comida de negocios o de amigos alguien osara encargar al sommelier un caldo de Ribera del Duero y menos todavía uno de Madrid o de Jumilla o de Cariñena. En cambio, y gracias a Dios, hoy en día los aficionados a los buenos espirituosos son cada vez más, más entendidos y más capaces de descubrir las bondades de un vino de estas denominaciones de origen menos populares que, a veces, pueden ser incluso superiores a las de otro caldo mediocre de la D.O. más vendida. Algo similar ocurre con los cigarros puros, con los güiskys o con los rones.

Adolfo lanzaba una pregunta interesante al aire: “¿Dónde están hoy en día los grandes tabaqueros que salieron de Cuba cuando Fidel Castro llegó al poder y quiso nacionalizar la industria tabaquera?” Pues emigraron fundamentalmente a República Dominicana, Nicaragua y Honduras, donde comenzaron a trabajar con su sabiduría y experiencia durante muchos años, hasta conseguir un tabaco de calidad capaz de satisfacer sus propios gustos y los de los consumidores más exigentes. Que los cigarros más vendidos en España son los habanos nadie lo pone en duda, que degustar un buen cigarro habano es una delicia tampoco se niega, pero que cada vez más los consumidores están abiertos a probar otros cigarros de procedencias como las antes mencionadas, y que las opiniones de los fumadores de puros están mejorando mucho acerca de estos cigarros es otra realidad incontestable. Y se merecen, muchos de los fabricantes dominicanos, nicaragüenses y hondureños, el reconocimiento internacional que están teniendo, por su dedicación a la hora de crear sus ligas, sus cuidados controles de calidad, sus denodados intentos por mantener los mismos sabores y aromas a pesar de las distintas cosechas y por el ímprobo esfuerzo comercial que están llevando a cabo para poner sus productos en la cima de la más alta calidad.

En esta ocasión vamos a catar un cigarro que pronto va a estar disponible a la venta en nuestro país y que vendrá de la mano de nuestro importador invitado, Adolfo Otaola. Lleva el nombre de una personalidad conocida y muy importante de Alemania, no en vano es la tercera fortuna más importante del país, el Barón Ullmann, asociado para la creación de esta marca con el español Francisco Suárez. Estén atentos, porque en unos meses podrán ver la marca en las mejores cavas de nuestro territorio.

La apariencia por fuera es muy cuidada y elegante, señorial, como no podía ser de otro modo. El cigarro viene encelofanado, con otra anilla en el pie del cigarro para evitar que la fina capa pueda fracturarse. Tomás se interesa por su bouquet, que le evoca a cuadra, y Adolfo, con su gracejo malagueño, le replica que “de ser a cuadra, ésta sería muy limpia”. La capa, colorado claro, con finas venas, algo granulada y no especialmente sedosa, revela un perfecto torcido y acabado, al tacto perfecto, ni duro ni blando.

Recién encendido las primeras sensaciones son suaves, comenta Carlos, y afablemente florales. En el primer tercio destacan las mismas notas florales y herbáceas del inicio, algo amargas, como licor de amaretto suave, pero nunca desagradables.

Durante un rato estuvimos departiendo acerca de los tipos de semilla de que estaba compuesto el cigarro y conveníamos todos que a pesar de llevar capa de Camerún corojo, no existe agresividad ni provoca sequedad de boca, como en algunos cigarros suele ocurrir. El capote es olor dominicano y en la panza se distribuyen con maestría ligero cubano, ligero olor, ligero criollo 98, ligero de Nicaragua y seco de Nicaragua. El sabor es redondo, suave -a pesar de tanto ligero- pero con un retrogusto nasal francamente pujante. La ceniza, gris claro, es de una consistencia soberbia, que en casi todos nuestros cigarros se manifestó hasta la mitad de la fumada. El tiraje perfecto y la pirólisis idem, sin que nos obligara a corregir las brasas en ningún momento.

El segundo tercio magnifica los aromas de esa almendra amarga de la que hablábamos antes, siendo “ahora mucho más evidente“, comenta Tomás. Y el tercer tercio eleva la fortaleza a grado medio con excelente equilibrio y balance de sabores.

En definitiva, una valoración de 8 puntos para un cigarro muy cómodo de fumar, con una notable evolución de principio a fin, suave, con notas florales y amargas persistentes a lo largo de la hora y poco que necesita para consumirse (aspecto tremendamente subjetivo, porque habrá quien no necesite más de tres cuartos). Adolfo, gracias por la primicia.

Ya se lo adelanto: si quieren probarlo, acudan a la hermosa Cava de Miguel Ángel, en la madrileña calle que lleva su nombre, en el número 20. Será, seguro, una de las pioneras en recibir a este noble Barón… Ulmann.

06 junio 2010

H. UPMANN MAGNUM 50 Edición Limitada 2005

Queridos amigos, hoy voy a disfrutar de una magna cata en compañía de un ilustre amigo, abogado, estanquero de pro y mejor persona, un amante de los buenos cigarros y gran degustador de vinos y espirituosos, especialmente del querido licor de caña de azúcar, el ron, aficiones todas estas que compartimos y de las que no nos cansamos de departir, intercambiando comentarios, gustos y opiniones. Os presento a Jesús Martín Ibáñez, propietario de una de las mejores cavas de puros de la zona oeste de Madrid, concretamente la expendeduría de tabacos nº3 de Boadilla del Monte, en la Avenida del Siglo XXI.

Lo primero que nos sorprende al entrar en el local son sus generosísimas dimensiones, con un amplio mostrador para venta de cigarrillos, tabaco de liar y de pipa, y otra zona bien surtida de productos de regalo y accesorios como mecheros, humidores, cortapuros, pureras, etc. Y por descontado, la espectacular cava de puros, en forma de L, exquisitamente decorada y perfectamente ordenada por procedencias de los cigarros. Un rasgo distintivo que posee esta cava, por influjo -huelga decirlo- de su propietario, es su excelso surtido de vitolas y referencias francamente difíciles de encontrar en el mercado. Y ahora mismo, según estoy escribiendo, esbozo una complaciente sonrisa, ya que una de las preguntas que le hago siempre a Jesús cuando vengo a visitarle es: “¿Qué rarezas nuevas tienes hoy?”. Su pasión por el mundo y la cultura del cigarro puro le hace estar en busca de referencias que no llegan habitualmente a España, para ofrecer algo realmente distinto a sus clientes. Me atrevo a decir, además, que una de sus aficiones favoritas es “añejar cigarros”. Si usted añora algún ejemplar que fumó hace algunos años de tal marca y vitola ciertamente inolvidables, o simplemente le gustan los cigarros añejos, dese un paseo por la Cava de Boadilla y pregunte por el maestro Jesús. Le aseguro que pasará un rato extraordinario con un estanquero que, aunque en su humildad nunca se jacta de sus conocimientos, es un gran sabedor y conocedor del mundo del cigarro. Fíense de él.

Después de urdir el plan en su despacho y elegir el arma del deleite, nos apresuramos -con el fin de que no se nos echara el tiempo encima, ya que deseábamos disfrutar de la cata sin prisas- a almorzar en una restaurante cercano a la tienda. Allí disfrutamos de unas frescas ensaladas de bonito con cogollos y pimientos, unas ricas albóndigas al estilo casero con corona de patatas paja y de postre, sendas tartas de queso. Digno de destacar es el caldo que acertadamente seleccionó mi querido amigo para la ocasión: un tinto de autor de La Mancha (Valdepeñas), de variedad tempranillo, “Mano a mano”. Así es el nombre de este espectacular vino de autor, que define también el cómo, ya que entre los dos apuramos hasta la última gota del mismo.

Y sin más dilación nos aposentamos en los sillones de la fresquita bodega que el estanco posee en el piso de abajo, seleccionamos y nos servimos en copa de balón el archipremiado ron Zacapa 23 años de la colección personal de Jesús y … nos quedamos ensimismados observando la bella factura del cigarro que teníamos entre las manos. El mismísimo H. Upmann Magnum 50 Edición Limitada 2005, un mítico cigarro que se ganó en su día el respeto y la admiración de todo el mercado tabaquero, tanto español como internacional, y que hoy en día sigue siendo uno de los más buscados por los grandes conocedores de este palpitante mundo del cigarro.
Aquí lo tenemos de nuevo, con cinco añitos de añejamiento extra en su propia caja. Lo primero que despunta en él es su soberbia capa maduro oscuro, mucho más que cuando era joven, debido a su envejecimiento. Su brillo, su aceitoso tacto, suave y aterciopelado, hacen que sea francamente excepcional. Al tacto cede lo suficiente para demostrar su perfecto estado de humectación pero se presenta lo necesariamente recio para asegurar un buen tiro y un buen relleno de su tripa. Él segundo aspecto que nos enloquece es su dulce bouquet a caramelo y madera al fondo de nariz, algo realmente fascinante, un olor en frío de los más embriagadores que he tenido la oportunidad de percibir en un cigarro.

Inflamamos esta delicia con cerillas extra-largas especiales para puros, procedimiento de encendido al que no soy muy dado y, para qué ocultarlo, al que tengo cierta manía. Pero un ejemplar como el que teníamos entre manos ya se merecía un ceremonial de prendido de libro, según dicen las enciclopedias que ha de hacerse. Y a continuación la tercera razón de nuestra locura. Fue… increíble. Delicioso. Grandioso. Y debería seguir este ritmo de calificativos un buen rato hasta poder describir las espectaculares sensaciones que nos invadían. Las primeras bocanadas fueron de tal sabor pero de una delicadeza tal, de tal poderío y a la vez tal finura provocada por su añejamiento, de un dulzor tabaquero tan sublime, que puedo afirmar sin temor a equivocarme que este fue uno de los encendidos más ricos que he efectuado en mis catas.
Mención también especial merece el consagrado ron Zacapa 23, varias veces galardonado con el premio al mejor ron del mundo. Situémonos: 1 de marzo. Duty free del aeropuerto de Santo Domingo, de regreso ya de nuestro inolvidable viaje de visita a la fábrica de puros La Aurora. Mi querida compañera Nuria, gran entendida en rones me aconseja encarecidamente que compre una botella. Una de mis grandes adquisiciones. Y Carlos sabe que es así: un ron soberbio, color naranja oscuro, de lágrima densa, dulce y meloso en boca, nada alcohólico -tantos años de añejamiento han sido suficientes para que la sensación de alcohol quede reducida al mínimo-, con una persistencia en boca muy parecida a la de un buen Pedro Ximenes (no en vano el Zacapa añeja en barricas que antes contuvieron este otro licor). Gracias Nuri por tu insistencia.

En cuanto al tiro debemos decir que es justo, no falta pero tampoco sobra, precisamente del agrado de Jesús : “Me gustan los puros de los que tengas que estar pendiente, no extremadamente facilones”. El primer tercio sigue la senda que marcó con sus primeras volutas: enormemente aromático, muy matizado, azucarado, dejando en boca un sabor edulcorado y amaderado. El segundo tercio es digno de un premio que podría llevar por título “la exaltación de la evolución”: fortaleza media sin punta de agresividad, balance niquelado, sabores compensados a más no poder, redondez trazada con compás profesional... Regaliz, aparece el dulce sabor a regaliz suave, muy similar al espectacular Hoyo de Monterrey Edición Limitada 2004 del que también publiqué cata. Por cierto, Tomas, resérvame los tres ejemplares que te quedan, que este verano cae uno y otro colaborará a engrandecer mi museo de incunables.

Y al llegar el tercer tercio… la apoteosis: el cigarro frena en fortaleza pero puja en sabor, no se torna agresivo como muchos, es sumamente compensado, producto de su veterana edad. “Tiene lo excelente del habano pero no lo peor”, en palabras de Jesús. Aparecen ahora unos suculentos matices terrosos que combinados con nuevas puntas dulces, como a pasas, nos regalan un final interminable, en el que hacen su aparición notas de café y moka. No aburre, no cansa, que no se termine por favor… Pero terminó.

Te mereces un magno 10, Magnum 50. Un pedazo de cielo aquí en la tierra. Tierra bendita la que te cultivó, y una estatua para quien te añejó hasta que te conocí. Gracias Jesús.

15 mayo 2010

LA AURORA Maduro Robusto

Apreciados amigos y lectores, la reseña de hoy es para mí muy especial: una cata de recuerdos, experiencias y vivencias realmente mágicas. Soy consciente de que el cigarro objeto de la misma es inaccesible para muchos de vosotros, sobre todo para los amigos españoles, ya que se trata de una vitola que no se comercializa en nuestro país. Pero es para mí obligado hacer un cariñoso homenaje a mis queridos compañeros de empresa y a los profesionales de la fábrica de cigarros La Aurora, con los que tuve la fortuna de compartir unos cálidos e irrepetibles días en Santiago de los Caballeros, ciudad de la República Dominicana fundada en el año 1495, fecha que da nombre a una de las grandes líneas de cigarros de esta casa (ver cata La Aurora 1495 Series Robusto).

Hay que estar allí para valorar los cigarros como aquel anónimo que dijo: “fumar cigarrillos es humano, fumar puros es divino“. Hay que estar en la tierra, en las vegas, entre las plantas de tabaco, en las casas de secado y fermentación, entre cujes y pilones, burros y sacas, ver la selección de hojas para tripa, capote y capa, hay que visitar la sala de despalillado, la de añejamiento y almacén, hay que ver cómo el torcedor con la habilidad de sus manos arma el bonche o tirulo que pasará un tiempo en la prensa para adecuarse al cepo necesario, y finalmente ensimismarse con el espectáculo del encapado, magia a través de la cual, con unos toques de infinita sutileza y elegancia el maestro coloca la capa y la perilla al cigarro, dejándolo listo, previo paso por la sala de añejamiento, para el futuro deleite de nuestros sentidos. Todo esto, de una manera resumida, es lo que ocurre para que podamos disfrutar de uno de los grandes placeres de la vida: degustar un buen cigarro, haciendo gala de la famosa frase de Mark Twain: “No soy esclavo de un vicio, sino dueño de un placer”, lema que cierra la presentación de mi perfil en este blog.

Gracias a la cortesía de los amigos de La Aurora, pudimos degustar varias de las muchas series de cigarros que la compañía distribuye en el mercado internacional. Y una de las más interesantes resultó ser La Aurora Maduro Sun Grown. Dicho sea por adelantado que este tipo de capa cultivada al sol -sin los habituales tapados de algodón- son muy de mi agrado personal, ya que al no tener que estirarse la hoja de la “Nicotiana Tabacum”para lograr captar la mayor cantidad de rayos de sol posibles, lo que hace que ésta adelgace y la savia se reparta entre una mayor superficie, en la capa de sol los aromas y sabores se concentran más y nos brindan como resultado una excelente capa, más gruesa, aceitosa, de gran aroma y extraordinariamente rica.

En el caso concreto de los cigarros que pude degustar allí, dicha capa brasileña presenta un color colorado oscuro, si bien no llega a la tonalidad casi negra de otras marcas con similar tipo de capa. Es además levemente granulada y con alguna vena elegantemente marcada. El olor antes de darle fuego es apasionante, penetrante, dulce, achocolatado y con recuerdos a madera. Esta serie de cigarros cuenta con doble anilla, la habitual de La Aurora con el león del grupo pacíficamente tumbado, y otra más fina en color rojo con letras doradas que hacen referencia al tipo de capa “maduro”.

La mayoría de las ocasiones en que fumé este tabaco lo combiné, como el resto de mis compañeros, con uno de los rones con más solera y éxito del querido país dominicano: Ron Barceló Imperial, añejado durante siete años en barricas de roble americano, un ron de tonalidad ámbar claro, suave, muy fácil de beber, no excesivamente licoroso, afrutado y con aromas a madera y vainilla.

El tiro del cigarro se adivina perfecto desde casi antes de encender, y se confirma nada más prenderlo. Las primicias de la fumada nos brindan unos sabores tabaqueros francamente elegantes, aderezados por unos rastros tan delicadamente dulces que son imposibles de olvidar aunque hayan transcurrido ya casi más de dos meses desde que degusté el último ejemplar.

Las papilas gustativas de la lengua son las encargadas de detectar los tipos de sabores de los alimentos, y también, del humo que nos depara la combustión de los cigarros. Cada zona de la lengua alberga un tipo de papilas capaces de detectar una tipología de sabor y no otra. Por ejemplo, los dulces se manifiestan en la punta de la lengua, los salados en los laterales de la misma, el agrio también en los laterales pero más hacia el fondo y los sabores amargos son detectados por las papilas de la parte trasera de la lengua y en el paladar.

El primer tercio del LASWR transcurre a lo largo de un cuerpo suave pero con un irresistible sabor tabaquero, exquisitamente dulce y algo amargo al mismo tiempo, con sabores terrosos y evidencias de tabaco muy bien añejado.

La ceniza es blanco-azulada y tremendamente consistente, hasta el punto de que el propio fumador ha de provocar su caída en el cenicero ante su resistencia. Los finales de esta primera parte, cafeteros y azucarados, dejan paso a un segundo tercio más corpulento, rico y muy elegante. En el tercer tercio la fuerza continúa creciendo, el dulzor del comienzo se apaga y deja paso a sabores mucho más terrosos y amaderados, con un final ligeramente amargo y húmedo. Un merecido 9.

Veo un humo denso, blanco, atractivo y espeso, que dibuja en la habitación una fina niebla que envuelve de magia y misterio estos momentos, en los que si cierro los ojos puedo perfectamente transportarme al mundo de los sueños, del tabaco y del ron, donde una extraña ingravidez te inunda mientras disfrutas de cada rincón de este fantástico país caribeño. Al abrir los ojos, me doy cuenta de que ya no estoy allí, pero estoy seguro de que cada vez que encienda un ejemplar de La Aurora Sun Grawn Robusto podré revivir aquel inolvidable viaje del que es imposible regresar… sin decir… “¡Viva el tabaco!”.

16 abril 2010

CASA MAGNA Colorado Pikitos

Queridos amigos, hoy voy a hacer prácticamente un “remake” de una cata anterior. Fue para mí tan sensacional encontrarme con un cigarro como el Casa Magna Colorado Robusto, uno de los pocos que pueden presumir de haber obtenido una puntuación de 10 en este humilde blog, que me siento en la obligación de presentaros a su hermano pequeño, el Pikitos, una petit corona ciertamente recomendable para cuando no dispongamos de las dos horas de interrumpido placer que nos exige el Robusto de la misma marca, sino apenas una.

Me encuentro en el mítico Mesón El Mirador de El Goloso, muy apreciado por los habitantes de la zona norte de Madrid gracias a su exquisita gastronomía típica castellana, su excelente y amable servicio, su sencilla pero cálida decoración y su privilegiada ubicación, lo suficientemente apartado del bullicio de la urbe, pero lo necesariamente cerca como para llegar a él en un tiempo prudente. Acabo de degustar, junto a un grupo muy especial de amigos y hermanos, uno de sus platos estrella: migas con chorizo, pimiento, huevo y uvas, fruta esta última que le aporta al plato un contraste dulce que me entusiasma. De postre unas filloas rellenas de nata y un café solo con hielo. Entre la variada selección de licores elijo, en copa de balón, Matusalem Gran Reserva, un ron muy licoroso recién servido, color naranja suave y lágrima medio densa, dulce pero con final amargo y prolongada persistencia en boca. Al cabo de veinte minutos le añado una roca, para romper las cadenas OH del alcohol y dejar que el caldo libere más aromas, momento en el cual la sensación alcohólica se mitiga.

Volviendo al protagonista del momento -no en vano el artículo luce su nombre-, insisto, como relaté en la cata del hermano mayor, en ensalzar su espectacular capa aceitosa colorado maduro, atravesada por algunas finas venas francamente elegantes. El aroma previo a encender es asombroso por su untuosidad, muy cremoso, dulce y acedrado al fondo de la nariz. Y la anilla, exacta a la del robusto, elegante y señorial, combinando de forma muy distinguida los colores dorado, negro y rojo.

El encendido, con mechero lanzallamas de tres focos tipo “Tourch”, fue perfecto, mostrando su extraordinaria capacidad de tiraje que acompañará al cigarro hasta su extinción, característica muy de agradecer, y más teniendo en cuenta la cantidad de tabaco que demuestra albergar en su tripa. Las sensaciones iniciales son muy parecidas a las que percibí en los primeros momentos del Casa Magna Robusto: dulce y fresco, algo de madera, con recuerdos a frutos del bosque, fruta madura y final cafetero en paladar. En su propósito por satisfacer a mis papilas, el pequeño Pikitos me brindó durante unos quince minutos un fascinante y delicado aroma a regaliz que no fui capaz de apreciar en el Robusto, quizá debido a que un menor cepo como es el que me ocupa hoy concentra en mayor medida los sabores apareciendo connotaciones diferentes y en este caso muy positivas.

La combustión fue pareja y uniforme hasta el tercer tercio, momento en el que perdió ligeramente su regularidad y hube de ayudarle con el mechero. La ceniza se vistió de gris claro y fue de gran consistencia, de hecho aguantó hasta que yo mismo le obligué a desprenderse del cuerpo del puro antes de manchar el mantel o mis pantalones y quedar en ridículo delante de los demás comensales.

El segundo tercio incrementa la fortaleza del cigarro y los dejes dulzones dejan paso a los terrosos y amaderados, con evidencias de buen añejamiento del tabaco nicaragüense que lo conforma, en tripa, capote y capa. Esta liga de tabacos me recuerda mucho a la serie 1964 de la marca Padrón, tristemente desaparecida del mercado español, en especial a la vitola Príncipe (otra petit corona fabulosa), cigarros tremendamente sabrosos y con gran aroma, de capa broadleaf (cultivada al sol) que inicia dulce con fortaleza media evolucionando hacia sabores envejecidos de madera noble, con finales largos y cafeteros, como previsiblemente será también el del Pikitos, teniendo en cuenta que el del Robusto lo fue.

La ultima parte o tercio del puro despliega un gran poderío de evocaciones cafeteras, algo más amargo y ahumado -fruto de la concentración de la nicotina-. El final, como pude presagiar, rico, largo y muy gustoso.

Un querido lector, Carlos, publicaba un comentario en la entrada de mi cata del Casa Magna Colorado Robusto, en el que me preguntaba acerca de la puntuación sobresaliente que le había otorgado a dicho cigarro. Cito textualmente su pregunta: Al ponerlo un 10 ¿no crees que puedas encontrar un puro mejor? Si fuera así, ¿qué nota pondrias? No se si encontraré otro mejor, pero en mi opinión los puros, como tantas cosas en la vida son cuestión de gustos. Y yo, al puntuar los cigarros que cato intento hacerlo valorando una serie de características fundamentales: aspecto externo, combustión, tiro, calidad de la ceniza, riqueza de sabores y aromas, balance de los mismos y evolución del cigarro. En el caso del Casa Magna Robusto la calificación de todos estos aspectos es sobresaliente, por lo que la nota final es de 10. Puede haber otro cigarro con esas mismas notas que sea más o menos de mi agrado porque sus sabores o su fortaleza sea más o menos de mi gusto, pero en cualquier caso serán cigarros de una calidad muy difícilmente superable.

El Pikitos no llega a ser -en mi opinión- como su hermano mayor el Robusto (la otra vitola Torito de esta serie sería su abuelo) pero no deja de ser uno de los mejores cigarros de cepo pequeño que hay actualmente en nuestro país. Un 8,5. Pequeño Pikitos, eres muy grande. Bienvenido.

27 marzo 2010

CAMACHO Toro


Vamos a ocuparnos en esta ocasión de la vitola "toro" de una reciente adquisición del grupo Davidoff, como es la casa Camacho. Después una magnífica comida ofrecida por la señora Riera (a la que cariñosamente llamo Mamá), que consistió, entre otros platos, en unos magníficos canelones envueltos en "creppes" en lugar de en la tradicional pasta, mi cuñado Jaime sacó una botella de un estupendo ron recién traído de la República Dominicana: Brugal Extra Viejo. Y para fumar, los susodichos cigarros hondureños.

"Vamos a estrenar la nueva terraza", dijo Jaime. Y es que los señores R acababan de cerrarla con una cristalera hacía un par de días. Acarreamos un par de sillones del salón (con la excusa de dejar más espacio para los niños, claro) y nos acomodamos tranquilamente con nuestros cigarros y nuestras copas. Mi padre se unió a nosotros con uno de esos genuinos caliqueños de su tierra que tanto le gustan. La tarde prometía.

Al sacar los cigarros de su celofán nos sorprendió la gran calidad de su oleosa capa; sin grandes venas, uniforme, bien acabada y de un colorado oscuro que parecía chocolate. El olor en frío recuerda a caballeriza y a tierra, profundo. Particularmente a mí me recuerda a la linea clásica de la marca nicaragüense Padrón, bien conocida en nuestra familia. Empezamos a fumar y charlar de todo un poco, mientras los primeros aromas a cedro y un regusto salado aparecen en nuestras bocas. El tiro parece bueno y, aunque la combustión es algo irregular en el cigarro de mi cuñado, es correcta en el mío. El humo es blanco y denso y la ceniza blanco-azulada, muy poco consistente, visitó tempranamente nuestros pantalones. Nos dedicamos pues a saborear la copa de este ron color naranja sunset (Jaime "dixit"), casi marrón, con una lágrima tan asombrosamente densa que tarda un tiempo considerable en regresar al fondo de la copa. El sabor del caldo es complejo, con gran variedad de aromas, algo seco y recio en boca, pero equilibrado y sabroso.

En el primer tercio del cigarro la fortaleza se presenta con medio cuerpo, acompañada de notas dulces y amargas a la par, provenientes estas últimas de la ligada de corojo con mayoría de hojas de ligero. No hay un gran desarrollo aromático aunque si se puede destacar el sabor suave a carbón. Parece en principio un cigarro destinado al mercado gringo, donde aprecian más los puros suaves. Al usar esta palabra, gringo, me acuerdo de mi amiga y compañera Karla Yunuen, oriunda de Tijuana, que me contó el origen de esta palabra. Viene del grito con el que mandaban a casa a los casacas verdes invasores: "Green, go!".

El segundo tercio se presenta con un incremento notable de la fortaleza, continuando el gusto amargo a turba. El puro evoluciona de menos a más, con notas de tabaco añejo y más persistencia de sabores dulces, con intensidad y fuerza en el último tercio.

En resumen, el Camacho Toro es un cigarro ciertamente agradable e interesante, que sin desarrollar soberbios sabores y aromas, nos resulta un cigarro sinceramente apreciable si tenemos en cuenta su relación calidad/precio. Un 7,5 para un cigarro que no llega a los 4 €.

06 marzo 2010

CASA MAGNA Colorado Robusto

Después de un largo tiempo sin escribir acerca del buen humo (no sin degustarlo) debido a una serie de responsabilidades que me han tenido muy atareado en este comienzo de año, lo primero que debo hacer es presentaros mis más sinceras disculpas a vosotros, ávidos lectores, a la vez que os agradezco vuestros mensajes de ánimo para seguir escribiendo.

Me gustaría empezar esta nueva temporada de reseñas y experiencias compartiendo con vosotros un cigarro realmente grandioso, marca recién llegada a España y acogida con gran entusiasmo por los grandes connosieurs de nuestro país, a pesar de los difíciles tiempos que atraviesa el mundo de los cigarros puros. Tengo el honor de presentarles el nº 1 Best Cigar of the Year 2008 por la prestigiosa revista norteamericana Cigar Aficionado: el Casa Magna Colorado Robusto, soberbia creación del master blended Manuel Quesada, elaborado en Nicaragua por Néstor Plasencia con tabacos de Estelí (para la tripa), Condegas (para el capote) y Jalapa (la capa). Está siendo un éxito rotundo en términos de demanda en EE.UU. Ahora lo tenemos ya a nuestro alcance. Acercaos a cualquiera de las grandes cavas de nuestro territorio y acompañadme en esta fabulosa cata.

El cigarro aparece envuelto en una de las capas más bellas y uniformes que he visto en los últimos tiempos, brillante, sedosa, aceitosa y sudada, signos inequívocos de su perfecta selección y curado. La anilla del cigarro, en tonos dorados, negros y rojos es definitivamente celestial. Al tacto se presenta esponjoso y a la vez recio, lleno de buen tabaco, cuyo bouquet en frío es penetrantemente dulce y algo ácido, como fruta en su punto. Que delicia de encendido, delicado y amable, con un fascinante aroma y sabores persistentes, frescos y acaramelados, dignos de un puro superior.

El tercio primero adquiere una fortaleza media (medium-bodied) haciendo posible que su humo agradablemente cremoso deje en las papilas un apreciable gusto a cappuchino, a veces acaramelado y con un regusto ahumado. Aparecen también, tímidamente, cada cuatro o cinco caladas, recuerdos a frutos del bosque.

La ceniza es blanca, densa y consistente, el tiro perfecto y la combustión lenta y espesa. Dignas de especial mención son las soberbias volutas de humo que nos depara el cigarro durante toda su fumada, hasta tal punto que, en un intento imposible, quisiéramos mascar, pudiendo eso sí, al menos, sentir su caricia cremosa y amantequillada.

Es de justicia alabar el fino licor con el que estoy potenciando las riquezas del Casa Magna: el codiciado ron venezolano Diplomático Edición Especial, obsequio de mi amigo el P. Daniel, uno de los mejores rones que he degustado, de lágrima densa, dulce, pronunciado, sabroso, de color marrón oscuro y aroma penetrante similar a un buen coñac francés.

En el segundo tercio la fortaleza se incrementa, aunque con un excelente balance de sabores, sin agresividad ni aristas. Los gustos a café se hacen más evidentes, cremosos y densos, dejando paso el dulce del chocolate al amargo del café cargado.

El tercer tercio continúa en la misma línea de untuosidad que reina en toda la fumada, cafetero y algo ahumado, con trazas de bosque húmedo. Y el final es espectacular, sabroso, largo, cafetero, ciertamente delicioso.

La vista que contemplo desde mi ventana es sublime: campos de un verde vivo recién alimentados por la generosa lluvia caída en las últimas semanas en Madrid, iluminados por la ya tenue luz del sol a su puesta, con las montañas de la sierra de Navacerrada colmadas de cándida nieve y un cielo pacífico casi añil. Hace frío, mucho frío, pero una fumada como esta transforma el ambiente en cálido y acogedor, características de este gran cigarro que he tenido la fortuna de saborear. Su nombre lo dice todo: Casa Magna, cigarro majestuoso. Un 10.