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27 marzo 2010

CAMACHO Toro


Vamos a ocuparnos en esta ocasión de la vitola "toro" de una reciente adquisición del grupo Davidoff, como es la casa Camacho. Después una magnífica comida ofrecida por la señora Riera (a la que cariñosamente llamo Mamá), que consistió, entre otros platos, en unos magníficos canelones envueltos en "creppes" en lugar de en la tradicional pasta, mi cuñado Jaime sacó una botella de un estupendo ron recién traído de la República Dominicana: Brugal Extra Viejo. Y para fumar, los susodichos cigarros hondureños.

"Vamos a estrenar la nueva terraza", dijo Jaime. Y es que los señores R acababan de cerrarla con una cristalera hacía un par de días. Acarreamos un par de sillones del salón (con la excusa de dejar más espacio para los niños, claro) y nos acomodamos tranquilamente con nuestros cigarros y nuestras copas. Mi padre se unió a nosotros con uno de esos genuinos caliqueños de su tierra que tanto le gustan. La tarde prometía.

Al sacar los cigarros de su celofán nos sorprendió la gran calidad de su oleosa capa; sin grandes venas, uniforme, bien acabada y de un colorado oscuro que parecía chocolate. El olor en frío recuerda a caballeriza y a tierra, profundo. Particularmente a mí me recuerda a la linea clásica de la marca nicaragüense Padrón, bien conocida en nuestra familia. Empezamos a fumar y charlar de todo un poco, mientras los primeros aromas a cedro y un regusto salado aparecen en nuestras bocas. El tiro parece bueno y, aunque la combustión es algo irregular en el cigarro de mi cuñado, es correcta en el mío. El humo es blanco y denso y la ceniza blanco-azulada, muy poco consistente, visitó tempranamente nuestros pantalones. Nos dedicamos pues a saborear la copa de este ron color naranja sunset (Jaime "dixit"), casi marrón, con una lágrima tan asombrosamente densa que tarda un tiempo considerable en regresar al fondo de la copa. El sabor del caldo es complejo, con gran variedad de aromas, algo seco y recio en boca, pero equilibrado y sabroso.

En el primer tercio del cigarro la fortaleza se presenta con medio cuerpo, acompañada de notas dulces y amargas a la par, provenientes estas últimas de la ligada de corojo con mayoría de hojas de ligero. No hay un gran desarrollo aromático aunque si se puede destacar el sabor suave a carbón. Parece en principio un cigarro destinado al mercado gringo, donde aprecian más los puros suaves. Al usar esta palabra, gringo, me acuerdo de mi amiga y compañera Karla Yunuen, oriunda de Tijuana, que me contó el origen de esta palabra. Viene del grito con el que mandaban a casa a los casacas verdes invasores: "Green, go!".

El segundo tercio se presenta con un incremento notable de la fortaleza, continuando el gusto amargo a turba. El puro evoluciona de menos a más, con notas de tabaco añejo y más persistencia de sabores dulces, con intensidad y fuerza en el último tercio.

En resumen, el Camacho Toro es un cigarro ciertamente agradable e interesante, que sin desarrollar soberbios sabores y aromas, nos resulta un cigarro sinceramente apreciable si tenemos en cuenta su relación calidad/precio. Un 7,5 para un cigarro que no llega a los 4 €.

01 agosto 2009

DON TOMAS Robusto


Después de unas semanas sin publicar nada acerca del buen humo (no sin degustarlo) debido a unas vacaciones muy familiares rodeado de mujer, hijo, sobrinos/as, cuñados/as, suegros y demás parentescos que han hecho verdaderamente imposible el poder escribir reposadamente, prometo, en las siguientes entregas, comentaros algunos de los interesantes cigarros que he tenido la fortuna de disfrutar en estas últimas semanas vacacionales (o serán vocacionales…).

El primero de ellos, un cigarro premium “de crisis”. Con esto no quiero decir que sea de peor calidad, sino que está al alcance de muchos bolsillos gracias a su precio bastante razonable (aproximadamente 2,90€), en contraposición con otros cigarros de precios algo abultados que quizá no sean los más convenientes para algunas economías familiares en estos tiempos (como serán los puros de las próximas catas).

Os pongo en situación: es 1 de Agosto y acabo de llegar de Ribadesella (Asturias) a la casa de campo que poseen mis suegros en una población de la ribera del río Órbigo (León), y en la que, como ya describí en la cata del H.Upmann Magnum 46, se palpa la tranquilidad y el sosiego y, además, se disfruta.

Pues ahí nos tenéis, a mi suegro el señor R.-mi cuñada Lala dixit- y a un servidor sentados cómodamente en los sillones de la bendita portalina, en una noche que ya refresca y que nos obliga a templarnos con una vieja manta sobre nuestras rodillas (en la foto superior podéis ver la estampa). Disponemos hoy de un aparato DVD portátil, que, como si de un regalo Hommer se tratara (lo compramos mi mujer y yo para que los viajes veraniegos en coche se hicieran más amenos para nuestro pequeño… y para nosotros) nos reproduce a la perfección el concierto de uno de los grupos de música favoritos de ambos fumadores hoy reunidos: Il Divo.

El aspecto externo del cigarro (y no digo puro porque combina tabacos de distintas procedencias, de honduras y nicaragua) es bueno, aunque algo rústico, sensación quizá causada por la capa broadleaf que, aceitosa y algo granulada a la vez, enseña varias tonalidades cercanas al colorado oscuro. La humedad de conservación, a lo que ayuda el encelofanado individual, es perfecta, de tal manera que se puede presionar al tacto el puro sin escuchar ningún crujido y sin que la capa se rasgue en ningún punto. El aroma en frío es suave, en todo caso algo herbáceo y amaderado.
Tan pronto como se prendió el cigarro muestra su personalidad, con un inicio suave en fortaleza y a la par sabroso y cremoso como el “Passera” que escuchamos en estos momentos. La noche es francamente deliciosa, clara y transparente y nos brinda el espectáculo de observar cómo el humo volátil de nuestros cigarros asciende lentamente hacia las estrellas: las Osas con el carro, Orión, la fascinante estela de la Vía Láctea…

Respecto al tiro nada que objetar, correcto, y la combustión uniforme. La ceniza de un color blanco “roto” y muy consistente, lo que revela una excelente construcción de la tripa y torcido de la capa. Es particularmente agradable la fusión del humo con los restos que quedan en las papilas del sabroso Pedro Ximenes, oloroso que aporta dulzura y suavidad.

Al comienzo del segundo tercio, que coincide con el bello “Nella Fantasia”, música original de Enio Morricone, con su inconfundible sonido del oboe, el cigarro desprende un aroma eminentemente terroso al que se unen notas especiadas algo picantes. El último tercio transcurrió bajo las mismas variables, estancándose el desarrollo de la fumada.

La última canción del concierto, “Hero”, con su fuerza y pasión, prácticamente coincide con el final de una velada ciertamente agradable, con una fumada de carácter cremoso, de sabores tostados, amaderados, terrosos y especiados. Es una pena que en el tercer tercio se haya frenado la evolución. En general, un 7,5, por su gran relación calidad y precio. Don Tomás puede descansar tranquilo. Su nombre está bien representado.