21 marzo 2012

“DOMINICANA… ¡VIVA EL TABACO!”

Es una evidencia que vivimos tiempos de dificultades en torno al sector del tabaco causados, entre otros motivos, por las numerosas prohibiciones que acechan a los fumadores y que no se lo ponen nada fácil para disfrutar de uno de los mayores placeres de la vida, como es el de degustar un buen cigarro puro acompañado de un fino licor, en soledad o en torno a una buena conversación. Placer éste muy relacionado con el mundo gourmet, la buena gastronomía, los buenos vinos y una larga y animada sobremesa, rasgos distintivos de nuestra cultura española. Cultura en la cual, hasta hace muy poco, la costumbre popular dictaba que cualquier evento  debía finalizar con el consabido “café, copa y puro”. Es pues una satisfacción que existan hoy en día buenos fumadores de puros que tengan la curiosidad de conocer de primera mano las fábricas donde se elaboran algunas de las marcas de cigarros que consumen en España, así como los tabaqueros que dan vida a esos buenos humos.


Los socios de “Vitola’s Club Privat” de fumadores de puros, afincado en la bella población gerundense de Palafrugell, en la Costa Brava, tuvieron la oportunidad de vivir una inolvidable semana tabaquera en República Dominicana. A la cabeza del grupo marchaban los estanqueros Joan López y su esposa Serafina Barris, propietarios del Estanc del Mercat, expendeduría nº3 de dicha población, galardonada con el premio a la mejor cava de puros de nuestro país en el año 2011. Como padrinos del grupo viajaron también Adolfo Otaola, Director General de Tabaqueros del Caribe S.L., empresa que importa a España, entre otras, algunas de las marcas que se elaboran en las fábricas visitadas, como Quesada y Kristoff, acompañado de su esposa Mª Ángeles Mut, y de quien estas líneas escribe.

La primera cita la tuvimos en las vegas de tabaco que el acreditado cosechero Leo Reyes posee en la región de Navarrete. De su mano pudimos recorrer las plantaciones y visitar las casas de secado mientras recibíamos una extensa explicación de todos los procesos de la preindustria.

Posteriormente fuimos recibidos, y dispensados con toda clase de atenciones, por la familia Quesada en su nueva fábrica de Matasa. Acompañados del patriarca de la familia, de origen cubano, Manuel Quesada, de sus hijas Raquel y Patricia, quinta generación de una de las familias tabaqueras más prestigiosas del sector, y sus sobrinos Esther, Hostos y Blondy, conocimos de primera mano todas las instalaciones de la preciosa fábrica situada en la zona de Licey, en la capital tabaquera de la isla. Posteriormente el maestro Manuel Quesada nos deleitó con un seminario magistral acerca del tabaco, su cultivo y los procesos para la elaboración de los cigarros Premium, mientras degustábamos un Quesada España.

En la próxima visita nos esperaba Albert Monserrat, español de origen catalán, para mostrarnos Cigar Rings, empresa que diseña e imprime las anillas de muchas de las grandes marcas de cigarros en el mercado internacional. Otra de las visitas que entusiasmó al grupo fue la realizada a la fábrica Charles Fairmon, que da vida a los cigarros Kristoff, en la que fuimos guiados por el reconocido tabaquero Rolando Villamil y por el propietario de la marca, Glen Case.

Los últimos días de esta cálida y amigable estancia en República Dominicana los dedicamos al descanso en la Playa del Portillo, en la península de Samaná, al noreste de la isla, donde pudimos deleitarnos, ya con más calma, y piña colada o mojito en mano, de todas las series de cigarros con las que fuimos obsequiados durante nuestra estancia con los tabaqueros.

Hay que estar allí para valorar los cigarros como aquel anónimo que dijo: “fumar cigarrillos es humano, fumar puros es divino“. Hay que estar en la tierra, en las vegas, entre las plantas de tabaco, en las casas de secado, en el cuarto de fermentación, entre cujes y pilones, burros y sacas, ver la selección de hojas para tripa, capote y capa, hay que visitar la sala de despalillado, la de añejamiento y almacén, hay que ver cómo el rolero, con la habilidad de sus manos, arma el bonche o tirulo que pasará un tiempo en la prensa para adecuarse al cepo necesario, y finalmente ensimismarse con el espectáculo del encapado, magia a través de la cual, con unos toques de infinita sutileza y elegancia el maestro coloca la capa y la perilla al cigarro, dejándolo listo, previo paso por la sala de reposo, para el futuro deleite de nuestros sentidos. Todo esto, de una manera resumida, es lo que ocurre para que podamos disfrutar de uno de los grandes placeres de la vida: degustar un buen cigarro, haciendo gala de la famosa frase de Mark Twain: “No soy esclavo de un vicio, sino dueño de un placer”.  

Veo un humo denso, blanco, atractivo y espeso, que dibuja en la habitación una fina niebla que envuelve de magia y misterio estos momentos, en los que si cierro los ojos puedo perfectamente transportarme al mundo de los sueños, del tabaco y del ron, donde una extraña ingravidez te inunda mientras disfrutas de cada rincón de este fantástico país caribeño. Al abrir los ojos, me doy cuenta de que ya no estoy allí, pero estoy seguro de que cada vez que encienda un ejemplar de Quesada o de Kristoff, podré revivir aquel inolvidable viaje del que es imposible regresar sin decir… “¡Viva el tabaco!”.


* Artículo publicado en la Revista "La Boutique del Fumador" de Marzo 2012 del Club de Fumadores por la Tolerancia

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